«Hilas y las ninfas» muestra a un héroe griego siendo seducido por criaturas que lo arrastran a su muerte. Fue restado de la exhibición de la Galería de arte de Manchester, en una decisión que se tomó en sintonía con los movimientos feministas.
Reproducimos a continuación un comentario al respecto, a cargo del conocido escritor y periodista español Juan Soto Ivars.
«Tremendo revuelo el que ha producido la decisión de Clare Gannaway, directora de la Galería de Arte de Manchester, de retirar el cuadro del prerrafaelita John William Waterhouse titulado ‘Hylas y las ninfas’ de la sala ‘En busca de la belleza’. La directora se ha apresurado a explicar que su afán no es censor, porque los calvinistas contemporáneos son así, no les gusta que se llame a las cosas por su nombre, y que ella y la artista Sonia Boyce lo que quieren es fomentar un debate. Se ve que en Manchester, para fomentar un debate, hay que esconder un cuadro. Y ha dicho también que la pintura volverá a colocarse en las paredes de la galería (un alivio) no se sabe cuándo (es lo de menos), en cuanto este debate se haya celebrado.
Bien. A mí es el debate lo que me inquieta. Ahora, en el museo más importante de Manchester, en vez de un hermoso cuadro pintado por un artista hay colgados una serie de post-its en los que la gente expresa su opinión. Es decir: una pared levantada para soportar el peso de las obras de arte se ha convertido en un puñetero time line de Twitter. Bravo.
La directora ha pensado que entre sus responsabilidades, por encima de la conservación, la explicación y la exhibición de las obras de arte, está dar a la gente informada o desinformada, que esto no importa un pimiento, un espacio más para que comuniquen al mundo sus opiniones. Antes de que la red social nos acostumbrase a convivir con toda clase de opiniones desinformadas, entre las que incluyo muchas de las mías, la decisión de Gannaway hubiera podido resultar pintoresca. Pero ahora, cuando las corrientes embravecidas de indignación irreflexiva consiguen tumbar obras artísticas, el asunto debe leerse en una clave diferente.
Existe una diferencia abismal entre estos análisis sesudos y el tipo de opinión que la señora Gannaway ha metido en su museo.
Gannaway ha dicho que el cuadro cosifica a la mujer. Nada que objetar a eso. La interpretación del arte desde una perspectiva de género es enriquecedora y aporta elementos interesantes y polémicos a los archiaburridos debates culturales. Hay muchos estudiosos que investigan cómo se filtra el machismo en todas partes. A la luz de estos análisis se producen discusiones. Se establecen teorías que refutan otras teorías, y que serán refutadas a continuación por las siguientes. A veces se dicen tonterías y a veces se da en el clavo. Pero existe una diferencia abismal entre estos análisis sesudos y el tipo de opinión que la señora Gannaway ha metido en su museo. Para los primeros hace falta estudiar. Para las segundas, basta con una cuenta de Twitter y una sensibilidad.
Sumisión
Hagamos un breve repaso y veremos adónde nos está conduciendo la sumisión de los prescriptores culturales ante las opiniones desinformadas, sensibilísimas y escandalizadas de cientos de miles de personas que no se paran a pensar ni diez segundos en lo que van a tuitear:
Amazon se plantea no distribuir la próxima película de Woody Allen para evitar las represalias de Twitter, donde mucha gente opina que el cineasta es un monstruo. Las obras de Kevin Spacey y Louis CK han sido extirpadas de Netflix y HBO con carácter retroactivo. La National Gallery de Washington ha retirado de forma indefinida las obras de Chuck Close porque algunas de sus modelos dijeron que se desnudaron sin ganas. El Museo Metropolitano de Nueva York ha llegado a plantearse si retiraba el cuadro ‘Teresa soñando’ de Balthus porque a un puñado de ignorantes les parecía una apología de la pedofilia, aunque por suerte no lo ha hecho. Y en la libérrima Francia, cuna de las libertades individuales, la editorial Gallimard ha decidido que sus lectores no son suficientemente adultos como para leer el panfleto antisemita de Céline, pese a las anotaciones contextualizadoras y explicativas que traía la edición.
Me pregunto, ¿en serio queremos ir a ese lugar? ¿Queremos que una masa infantilizada nos trate como a críos influenciables y nos apague la tele cuando va a salir un escote? Estamos todo el día con nuestra sensibilidad heridita en la boca y se nos olvida que la sensibilidad también hay que educarla. Estamos todo el día opinando y se nos olvida que el criterio hay que formarlo con lecturas. Para esto precisamente sirve la cultura, que está siempre alcance de cualquiera dispuesto a hincar los codos o irse a un museo a ver prerrafaelismo.
Es la cultura lo que nos proporciona la libertad necesaria para no escandalizarnos ante una obra de arte. Por eso, son siempre los más ignorantes los que se ofenden al ver un cuadro. Es imposible que brote un debate enriquecedor de la decisión de quitar un cuadro de una pared. Todo lo más, gente a favor y gente en contra. Muy en la línea de Twitter. Como siempre. Como en todo.»
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‘Hilas y las ninfas’
En la mitología griega, el joven Hilas es un héroe que fue partícipe de expediciones en busca de oro. Cuenta la leyenda que era tan hermoso que hasta Hércules se enamoró de él, otorgándole por su belleza cargos de poder y beneficios. Hilas fue un día en busca de agua y en la poza aparecieron atractivas ninfas, quienes lo seducían para que entrara, donde finalmente moriría ahogado. El poder de la belleza también puede llegar a matarnos, es lo que refleja la historia de Hilas. El pintor británico John William Waterhouse representó el mito en el cuadro «Hilas y las ninfas» (1896). La obra pertenece a las corrientes prerrafaelistas, que une el espíritu romántico de Inglaterra victoriana y el simbolismo que ya se expandía por Europa.
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Juan Soto Ivars, escritor y periodista español, investiga la nueva censura, la corrección política y los linchamientos digitales en su último ensayo, ‘Arden las redes: la poscensura y el nuevo mundo digital’ (Debate). También ha publicado ‘Un abuelo rojo y otro abuelo facha: manifiesto contra el mito de las dos Españas’ (Círculo de tiza) y novelas como ‘Siberia’ (Premio Tormenta 2012) y ‘Ajedrez para un detective novato’ (Premio Ateneo Joven de Sevilla 2013).
En su ensayo Arden las redes (Debate) acuña el término poscensura, con el que explica la nueva forma de censura que brota de las redes sociales. Es una censura que no emana del poder, y, por tanto, no es vertical, sino que es horizontal -posmoderna- porque emana de distintos grupos activos en las redes. No secuestra publicaciones o prohíbe conciertos, sino que genera miedo a decir ciertas cosas que pueden acarrear linchamientos en las redes sociales