Recordamos a María Cristina Cruz Icaza

Este mes se conmemora un año de la partida de María Cristina Cruz Icaza (Crizcruz).

Su significativa influencia en la trayectoria de la Corporación Cultural Nuevo Horizonte, hace que la recordemos con cariño y gratitud en esta fecha.

En efecto, su permanente búsqueda intelectual y religiosa significó que quienes participamos en la Corporación Cultural acostumbráramos a revisar nuestras acciones, tratando de descubrir la mejor forma de cumplir con nuestros objetivos. ¿Para quién trabajamos, para engrandecer nuestra organización o para hacer mejor la vida de nuestros beneficiarios, prima la búsqueda de reconocimiento personal o el beneficio de otros, lo haces por ti o por los demás? Su profunda experiencia de vida ofrecía a quien la escuchara la posibilidad de cuestionar el entorno y la vida propia, sin imposiciones, con el ejemplo de Cristo como referente, más allá de la religión que se profesara.

Nacida en Talca en 1935. Estuvo casada con el abogado talquino José Miguel Fernández R., con quien tuvo 5 hijos.
Realiza sus estudios básicos y secundarios en el Colegio de las Hermanas de la Santa Cruz, en Talca.

Tú (28×23)

Terminada la secundaria, estudia Enfermería Universitaria en el Hospital Carlos Van Buren, en Valparaíso.
A los 30 años sigue el curso anual “Teología para Laicos” en la Pontificia Universidad Católica de Chile, dictado por el teólogo José Comblin y Mons. Antonio Moreno, entre otros destacados profesores.
Entre los 38 y 45 años sigue estudios de Teología Pastoral en esa misma casa de estudios obteniendo el grado de Teóloga.

Entierro de un niño (30×30)

Terminados sus estudios inicia la formación de Casas de Oración, llegando a poner en marcha seis de ellas en distintos barrios de Santiago. El propósito de estas Casas de Oración era que quienes quisieran orar pudieran hacerlo a cualquier hora del día.
Paralelamente conoce a Lola Hoffmann, con quien trabaja cerca de 10 años, hasta 1988, fecha en que fallece la destacada fisióloga, psiquiatra y guía del crecimiento interior. Con ella conoce y trabaja en Análisis de Sueños y Técnicas de Sueño Dirigido (entrando en alfa), basado en las ideas de Karl Jung.

Sí, estoy (20×30)

Con el apoyo de Lola Hoffmann inicia intensos ciclos de talleres de crecimiento personal y búsqueda espiritual, que lleva a cabo en distintos monasterios.
Dedicada en profundidad al estudio de Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, recorre España y regresa a Chile con una completa biblioteca mística no disponible hasta entonces en nuestro país.
Viaja al Vaticano, donde recibe la aprobación para la fundación de la comunidad religiosa de las Carmelitas Descalzas, agrupación laica conformada por quienes participan en las Casas de Oración.

Completa (35×25)

Conoce el Carmelo de Talca y trabaja con esas religiosas en temas vocacionales.
Asiste a talleres de escritura de Gonzalo Millán, Virginia Huneeus y otros destacados escritores.
Asiste a cursos de psicología del prestigioso psicólogo Rafael Jiménez.
A los 65 se incorpora como religiosa a la Comunidad de Carmelitas Descalzas, en San José de Maipo.

Criscruz junto a los socios de la CCNH Paine en 2010

En el año 2003 se traslada a Paine, manteniendo hasta sus últimos días lazos con el monasterio El Carmelo.
En los últimos años, viviendo en Paine, retoma el trabajo de Análisis de sueños y técnicas de sueño dirigido. Sigue también con lo que fue un patrón de vida: las actividades orientadas a la comunidad. Destacan sin duda, sus reuniones con una veintena de ancianas campesinas, a quienes invita amorosamente a recordar la cotidianidad de su vida. Decía: Si logramos que recuerden y revivan lo que hicieron en su niñez y juventud, cómo aprendieron a cocinar, cómo mudaron a sus niños, cómo se enamoraron, cómo llevaron su familia, lograremos que sepan apreciar lo que fue su vida, el valor de su rol de mujer generalmente a disposición del hombre, la inmensa tarea que realizaron aún en las condiciones adversas que impone la pobreza. No cabe duda de que de este modo brindó dignidad y valor a las vidas de esta mujeres.

Surgió de allí también algo así como un método de búsqueda en la profundidad de las experiencias del pasado. Por eso mismo fue que por varios años experimentó con la producción de mistelas, una bebida que, le parecía, guarda las tradiciones y los intereses de generaciones. Con cada ingrediente que agregaba, buscaba reproducir los sabores que conoció en su infancia, en el campo talquino, esperando que quien soboreara una mistela se transportara a sus orígenes, a la vida de los antepasados, la esencia de lo que uno es hoy. Sus mistelas representan la intensa búsqueda y experimentación en la vida.
Esa misma búsqueda fue la que intentó al iniciarse en la pintura. Más que la técnica, siempre le interesó como herramienta de exploración de la interioridad de la mujer. Sus temas fueron la maternidad, el trabajo doméstico, el amor por los hijos, la imposición del hombre sobre la mujer, la muerte, Dios.
A los 82 años, en agosto de 2017, una enfermedad la venció.
Sus restos descansan en el Cementerio de Paine.