William Christie, la ‘crême’ del barroco francés

El fundador de Les Arts Florissants estrena la ópera de Rameau.

Hay joyas del barroco francés que todavía no se han escuchado entre las paredes del Gran Teatre del Liceu. Y una de ellas es Platée, de Jean-Philippe Rameau, la ópera mitológica que narra la burla y humillación a que se expone una ninfa acuática enamorada del dios Júpiter. El gran compositor de la Ilustración la estrenó en 1745, en ocasión de las bodas de Luis XIV con la Infanta Maria Teresa de España. Ahora un gran experto en este periodo musical como es el maestro William Christie (Buffalo, 1944), clavecinista en origen, pondrá remedio a esta ausencia en el Liceu este miércoles, 3 de febrero (19 h). Será en versión concierto junto a su ensemble vocal e instrumental Les Arts Florissants.

William Christie conversa con este diario acerca de las razones por las que en España apenas se programa a un compositor como Rameau, tan crucial en el siglo XVIII como lo fueron Bach o Händel. Y también sobre Platée, que en el Liceu contará con un excelente elenco de voces solistas, comenzando por el tenor holandés Marcel Beekman, que da vida a la poco agraciada ninfa, o las sopranos Emmanuelle de Negri y Jeanine de Bique (como Amour y Folie respectivamente), más la mezzo Emilie Renard (en el papel de Junon, la celosa mujer de Júpiter), y el bajo Edwin Crossley-Mercer, como Júpiter, el que por hacerle una broma a su esposa le hace creer a la horrenda Platée que se casará con ella.

Históricamente se ha querido ver en Platée una ironía política en forma de ópera, pues el delfín de Francia se desposaba con una infanta poco atractiva que para el refinamiento de Versalles tenía maneras burdas.

Rameau ya llevaba años queriendo hacer Platée cuando esto sucede, así que la infanta María Teresa no era el tema de su ópera. Eso de que se burlaban de ella en el propio festejo de su boda es una invención romántica. Lo que sucedió es que debía hacerse otra ópera pero Rameau fue llamado por el rey de Francia y él propuso hacer Platée.

Al personaje de la ninfa se le caracteriza con pupas y berrugas, y con una voz oscura, alejada de la voz preciosa de una soprano. ¿Una crueldad?

“Es cierto que esta ópera es cruel y contiene comentarios terribles sobre una mujer fea que esencialmente es humillada. y el final es trágico, ella se da cuenta de que ha sido traicionada. De hecho toda la ópera es una broma y burla constante hacia su persona, la única que se mantiene todo el tiempo en escena.

Pero en ocasiones se hace difícil entender y compartir el humor de siglos atrás. La crueldad hacia los animales en el XVIII hoy no nos haría gracia, ni vamos a ver cómo se devoran dos perros o se ejecuta a criminales. Platée , la historia de la princesa rana, se debía considerar entonces una tragedia divertida más que una comedia.

Es curioso que una joya del barroco como esta no se hubiera escuchado en el Liceu 320 años después. ¿Por qué cree que la fiebre por Bach o Händel en España no ha alcanzado a Rameau o Couperin?

Porque Bach llevaba más tiempo siendo conocido y porque Händel había escrito muchas óperas, y las óperas pueden interpretarlas cantante modernos y orquestas modernas, aunque no es lo que más me gusta, se puede hacer. Una Alcina, un Giulio Cesare o un Ariodante funcionan. A quienes les gusta Händel les gusta el bel canto, de manera que alguien que canta bien lo puede hacer. Y lo mismo sucede con la orquesta. Pero con la ópera francesa es distinto. Es una lengua diferente al italiano de las óperas de Händel y es una música que requiere más especialización para hacerla sonar elocuente.

El barroco francés
«Si no hay la misma fiebre por Rameau que por Bach o Händel es porque para sonar elocuente requiere más especialización»

Rameau es de los más grandes del siglo XVIII junto con Bach y Händel, uno de los más importantes y que requiere mayor atención. Es de justicia decir que ahora las casas de ópera de Alemania y Austria, Estados Unidos o Gran Bretaña están haciendo Rameau y otros de sus contemporáneos. El público se está desarrollando.

Junto con John Eliot Gardiner y Jordi Savall forma usted parte  de una generación dorada de batutas que redescubrían repertorios e iban en busca del sonido original. ¿Ve un posible equivalente de aquella experiencia pionera o va a ser difícil que se repita en el futuro?

Creo que hay muchos jóvenes directores especializados en música antigua, muchos son muy talentosos, y también hay magníficos instrumentistas, violinistas, flautistas, oboístas, cellos… Creo que ahora hemos ido lejos con la esencia, hemos demostrado que especializarse en este tipo de repertorio y tocar con instrumentos antiguos permite entender la música y dejarla sonar. Se ha convertido en algo muy importante en todo el mundo. hoy en día. Música antigua la hay en todas partes, en Salzburg, en Glyndebourne, en el Licoln Center… está tanto en Viena o Berlín que son grandes capitales de la música como en Londres o Nueva York. Tal vez sí fuimos pioneros con Jordi Savall y Gardiner, pero hay mucha gente en la generación joven que hace un trabajo extraordinario.

¿Hasta qué punto ha sido un éxito la música con criterios historicistas? ¿Ha cambiado la forma de tocar incluso en las grandes orquestas modernas?

Sin duda. Las grandes orquestas ya no tocan Bach como lo hacía Karajan, los pianistas no tocan Mozart como treinta años atrás.. La forma en que se interpreta la música demuestra que ha sido una gran influencia en términos de estilo y en la manera de leer la partitura.

¿También en los nuevos creadores de la composición contemporánea?

Muchos de los que conozco y me gustan compruebo que están efectivamente influenciados en términos de música antigua. El repertorio se ha extendido, es mucho más grande, la gente quiere escuchar Bach tocado por una orquesta de instrumentos originales del mismo modo que quiere oír Richard Strauss por la Filarmónica de Viena.

Usted era un chaval de Buffalo educado en Harvard y Yale que vino a Europa, se instaló en Francia, se dedicó a recuperar la música antigua del país y acabó siendo Chevalier des Arts, entre otros títulos. ¿A sus 76 años comprende algo más de su propio proceso?

Fui criado en una familia rica en ideas culturales. Mi padre fue una figura importante en la vida de mis hermanos y yo. Y éramos muy conscientes de lo que Europa había significado en términos de cultura, ya fuera para Estados Unidos, como Sudamérica, Australia, África… Las grandes materias de la cultura mundial proceden de allí.

De chaval en Buffalo a Chevalier des Arts
«Era un universitario muy infeliz en tiempos de la guerra del Vietnam. Decidí irme a un país que adorase su cultura»

Dejé los Estados Unidos para siempre en finales de los años sesenta. Era muy infeliz como universitario, era un momento social terrible por la situación de la guerra del Vietnam. Decidí irme, asentarme en un país europeo, un país que adorase su cultura. Ahora soy feliz regresando a los estados Unidos. A finales de los 60 era horrible, y ahora hay otro tipo de situación terrible, pero me encanta Estados Unidos. Y a la vez soy muy feliz. Tengo pasaporte francés y me he convertido esencialmente a la cultura francesa.

¿Cómo ha vivido la era Trump?

Donald Trump y cultura son antitéticos. Trump no tiene cultura, se crió sin. En los cuatro años de su mandato no hubo ningún evento cultural en la Casa Blanca. Y ha conseguido aún 72 millones de votos… Hablar de la cultura como bien esencial será difícil.

¿Y el Brexit? ¿Le afectará?

Tendré menos conciertos en Gran Bretaña pero no me cambia nada. Ahora bien, para los músicos del Gran Bretalla será terrible. El Brexit será una de las cosas más fastidiosas para la cultura en tiempo. Es una situación muy triste con consecuencias graves. Ya hemos visto a organizaciones importantes dejar el país, o a orquestas europeas que dejan Londres y se relocalizan en Europa.

¿Qué planes tiene en esta pandemia?

Hemos creado la Fundación William Christie y Arts Florissants para formar a gente joven y transmitir el conocimiento. Es importante. De aquí a un par de semanas tengo una master class en el campo con cantantes, es del tipo de cosas que hacemos ahora: enseñar y transmitir. Obviamente cuento con Paul Agnew, el director asociado de Les Arts Florissants, que siempre ha sido clave.

¿Dónde prevé buscar financiación ahora que la crisis sanitaria del coronavirus está provocando una crisis económica importante?

Bueno, los años dorados en que los gobiernos gastaban dinero en la cultura han quedado atrás. El francés en los años 60 y 70 promovía cultura de todo tipo, pero el mundo económico es hoy muy distinto. Hay países que han tenido programas culturales que ahora desaparecerán por falta de dinero. Y en Europa Francia todavía es de los que se considera un país cultural, como España, la cultura es parte importante de su identidad. Pero desde hace un par de décadas la gente de la cultura ya hemos visto que había que ir a buscar patrocinadores y mecenas. La vida musical ya no es fácil.

Publicado originalmente por el diario La Vanguardia, M. CHAVARRÍA, BARCELONA, 02/02/2021.