«Das Kapital»: Comedia Negra de Banjamín Galemiri

En 1991 el denominado “dramaturgo de la transición”, Benjamín Galemiri (El Coordinador) escribió Das Kapital. Una simple metáfora sobre la vida contemporánea que presenta la cómica e imprevista historia de una concesionaria de autos, donde las relaciones y reacciones son tan humanas como el no reconocer nuestros errores.

En su trama, William es un empleado público que ansía la compra de un auto para poder pasear con su familia. Para ello, llega a la automotora de Brito, un vendedor de vasta experiencia y amor por los autos.

Son pocos los que acostumbran a leer obras de teatro. Se trata, sin embargo, de una atractiva manera de conocer otra faceta de este arte que forma parte de la literatura: la Dramaturgia.

DAS KAPITAL
De Benjamin GALEMIRI

 SECUENCIA 1. EXTERIOR AUTOMOTORA. NOCHE

PETULA es una joven intensa y ansiosa que masca su chicle con frenesí y presenta una sonrisa turbada en una noche tormentosa y con una lluvia persistente.

Delante de una muralla agrietada de la automotora, mira a cámara e inicia una narración.

PETULA: ¿Me imagina desnuda? le dije. ¿Qué le gusta mas de mí?… ¿Las piernas?… y él se puso tenso, rabioso, no sé, raro…

Se queda mirando un rato a cámara. Se ríe levemente y dice como para ella, casi susurrando:

PÉTULA: ¿Quiere homeopatía? Para la impotencia es genial. ¿Me imagina a mi desnuda? ¿Me ve corriendo desnuda por un campo del sur de Chile?

FUNDIDO AL NEGRO.

 

SECUENCIA 2. AUTOMORA. EXTERIOR DÍA

WILLIAM es un cuarentón ensimismado y horriblemente acomplejado que no se atreve a mirar a nadie.

En el patio de la automotora, entre los autos, mira a la cámara medio asustado. Cambia la mirada, empieza a silbar sin melodía, solo ruido y se mueve, se pasea, da un pasito y vuelve y mira y cambia la vista.

FUNDIDO AL NEGRO.

 
SECUENCIA 3. AUTOMÓVIL. INTERIOR DÍA

SIMÓN un setentón vanidoso y locuaz que maneja su viejo Peugeot de 1968.

La cámara va delante. Él mira a cámara y dice:

SIMÓN: Usted parece estar disfrutando de mi compañía. Me agrada…, le dije, podría estudiar un crédito para usted.

Yo tuve empresas en Nueva York, Roma, Paris…

 

FUNDIDO AL NEGRO. MÚSICA.

 

SECUENCIA 3. EXTERIOR CALLE. DÍA

La graciosa PETULA se aproxima a una Automotora en una abominable y ruidosa calle de Providencia.         

 

SECUENCIA 4. AUTOMÓVIL. INTERIOR DÍA

SIMÓN respira como un animal dentro del sofocante automóvil. Algo inquieta horriblemente a este hombre sospechosamente atlético.

SECUENCIA 5. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA

PÉTULA ingresa a la automotora, cruza el patio repleto de autos y se dirige a las oficinas de recepción y ventas.

SECUENCIA 6. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

Un joven vendedor ansioso y excitado, MARTÍN, abandona la ventana desde donde ha estado espiando la llegada de PÉTULA y corre hacia su escritorio, saca un espejo desde un cajón y lo instala en un punto estratégico desde donde puede ver el baño al que entrará pronto PÉTULA.

 

 

SECUENCIA 7. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

PÉTULA ingresa a las oficinas donde se saluda con cierto ardor con Martín, que es el vendedor que la observaba por la ventana y que está esperando que entre al baño para mirarla por el espejo.

 

SECUENCIA 8. AUTOMÓVIL. INTERIOR DÍA

SIMÓN espía con una seriedad abismante la entrada de la chica a la automotora.

El amenazante hombre se baja del auto, dirigiéndose hacia las oficinas de la automotora.           

SECUENCIA 9. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA

WILLIAM cruza la calle e ingresa también a la automotora.

 

SECUENCIA 10. AUTOMÓVIL. INTERIOR DÍA

SIMÓN, al ver entrar a WILLIAM a la automotora, se gira observándolo meticulosamente y se devuelve dirigiéndose a él.

SECUENCIA 11. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA

PÉTULA en el baño, se cambia de ropa y se pone un delantal bajo la mirada obsesiva y libidinosa del joven vendedor que la observa a través del espejo que instaló sobre la puerta del baño.

SECUENCIA 12. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA 

WILLIAM estudia a SIMÓN que ahora está muy cerca mirando los autos.

SIMÓN se acerca y WILLIAM se desplaza en la dirección contraria para evitarlo.

 

SECUENCIA 13. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

PÉTULA se ubica para que MARTÍN la vea a través del espejo, realiza algunos gestos obscenos y luego sale del baño.

SECUENCIA 14. EXTERIOR AUTOMOTORA. DÍA

WILLIAM que se ha escapado hacia los autos que están más al fondo del patio, se da cuenta de que SIMÓN se acerca y que no tiene donde huir, pero su fascinación por los autos lo domina y lo detiene.

 

SECUENCIA 15. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

PÉTULA se acerca al vidrio y se solaza espiando la llegada de WILLIAM a la automotora y como se desarrolla su atracción por los automóviles nuevos y relucientes.

 

SECUENCIA 16.  AUTOMOTORA. DIA

WILLIAM se desliza entre los automóviles como si flotara.

Los autos encendidos con sus luces, casi como en un comercial falso.

SIMÓN camina decidido hacia WILLIAM.

WILLIAM empapado de sudor observando un Toyota cerrado, inalcanzable.

SIMÓN (OFF): Noté que le tirita un ojo…

WILLIAM sale de su estúpido ensimismamiento enfrentando a SIMÓN que lo escruta con una amabilidad cruel. El muy vulnerable WILLIAM se observa el ojo en el espejo del retrovisor del Toyota.

WILLIAM: ¿Sí…?

SIMON: ¿Es astigmático?

WILLIAM: ¿Cómo lo supo?

SIMÓN extrae de su chaqueta un mágico spray.

SIMÓN: Este producto es extraordinario en estos casos… Abra el ojo…

SECUENCIA 17. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

PÉTULA que extrae una botellita de whisky del cajón de WILLIAM, la guarda en su delantal y se acerca a observar la singular SECUENCIA entre WILLIAM Y SIMÓN.

SECUENCIA 18. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA

El primer instinto de WILLIAM es alejarse lo más rápido posible de ese ser invasor y singular. Pero SIMÓN que parece no aceptar negativas, lo acoge y le rocía el iris con el producto. WILLIAM deja escapar un gemido pusilánime.

SIMÓN: ¿Quiere dejar de gritar, amigo? Me avergüenza…

SIMÓN lo examina como un especialista renombrado, escrupulosamente, paternal.

SIMÓN: ¿Ve?… Dejó de gritar…

SIMÓN desbloquea la puerta del Toyota y la abre como quién desnuda a una dama, en ralenti y parece salir una aroma embriagador y venenoso del interior, adictivo para el pobre WILLIAM.

WILLIAM siente que le falta aire.

SECUENCIA 19. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

PÉTULA bebe whisky maléficamente y lo observa. CORTE. PÉTULA sobre el automóvil como chica de concurso.

CORTE.

SECUENCIA  20. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA

SIMÓN lo mete con fuerza dentro del automóvil.

SECUENCIA 21.  AUTOMÓVIL TOYOTA. INTERIOR DÍA

WILLIAM aturdido disfruta del atragantador interior del automóvil con olor a nuevo como un bebé recién nacido.

SIMÓN saca de su chaqueta una botellita de whisky y se zampa un trago, agitado.

WILLIAM lo ve acomodarse algo bajo el sobaco. Algo duro parecido a un revólver.

SIMON: ¿Renta líquida mensual?

WILLIAM: ¿Qué?… Eh… Trescientos cincuenta mil pesos…

SIMÓN pega una mirada hacia adentro, y sorprende a PÉTULA pegada al ventanal de la automotora.

SIMÓN saca su celular. PÉTULA corre al teléfono.

SIMÓN: Pétula, tráigame mi homeopatía, por favor…

SIMÓN que vuelve a consumir las pastillas compulsivamente, angustiado, se desabrocha la corbata, fatigoso. Observa con clara compasión a un atribulado WILLIAM.

SIMÓN: Trescientos cincuenta mil pesos… Mm… poco podemos hacer… ¿Avales?

WILLIAM: Bueno… no sé. Mi suegro…

SIMÓN se aproxima al William balbuceante.

SIMÓN: ¿Su suegro?

WILLIAM: Sí…

SIMÓN: ¿Tiene un suegro que lo avalaría, me está hablando absolutamente en serio?

CORTE.

SECUENCIA 22. AUTOMÓVIL. INTERIOR DÍA.

SIMÓN se echa para atrás en el asiento automático. Se relaja.

WILLIAM: Bueno… alguna vez mi suegro lo mencionó.

SIMÓN: ¿Alguna vez? ¿Podría ser más preciso por favor? ¿Cuándo alguna vez? ¿Hace un año? ¿Hace un mes? ¿Cuándo?

WILLIAM: Bueno no sé. Puede ser el año pasado.

SIMON: Mire amigo, hablemos con sinceridad… Esta línea de coches requiere de ingresos por sobre un millón y medio de pesos y avales expresados en Unidades de Fomento… No sé si me va siguiendo el razonamiento…

SIMÓN salta como un mono.

SIMÓN: ¡El spray! ¡Devuélvame el spray ahora mismo!

WILLIAM: Cae en la cuenta de que lo tiene en la mano. SIMÓN se lo arrebata y lo guarda como un tesoro en su chaqueta. Luego, bruscamente, lo toma del brazo, complaciente. Y lo saca del auto.

SECUENCIA 23 EXTERIOR AUTOMÓVIL. DÍA

SIMÓN camina cálidamente tomado del brazo de WILLIAM como si fueran dos viejos amigos.

SIMÓN: ¿Ve esa micro que va pasando allá afuera?

WILLIAM: Sí…

SIMÓN: Supongo que tiene en su bolsillo doscientos veinte pesos… Bueno, esa micrito lo llevará donde usted podrá encontrar autos que fueron de las “repúblicas socialistas” por cifras populares, muy convenientes en automotoras de reventa en Franklin…

No hablemos por cierto de la calidad… No es el caso naturalmente…

WILLIAM se distrae porque se acerca PÉTULA con un frasco en la mano.

SIMÓN con su mano agarrotada toma el frasco y se zampa inmediatamente diez capsulas de homeopatía o sea lo que sea. No hay ninguna presentación. Sencillamente ahora tiene a la chica frente a él.

WILLIAM no puede sacar la vista de ella, quién se le acerca perturbadoramente y tomándola el otro brazo le susurra al oído…

PÉTULA (AL OÍDO DE WILLIAM): ¿Cree que tengo buen cuerpo? ¿Qué le gusta más de mí? ¿Las tetas? ¿Las piernas? ¿Quiere homeopatía? Para la impotencia es genial… ¿Se imagina yo desnuda? ¿Me ve corriendo en un campo del Sur de Chile empelota?

WILLIAM perplejo ve alejarse a PÉTULA. SIMÓN no le da tiempo para nada, sigue su acoso a la presa.

SIMÓN: Usted parece estar disfrutando de mi compañía… Me agrada… Podría estudiar un crédito para usted…

WILLIAM: No, si yo estaba mirando… Cotejando, nada más…

WILLIAM le estira la mano a SIMÓN en ademán de despedirse.

SIMÓN lo estudia, un poco herido.

WILLIAM busca con la mirada a PÉTULA que ya no está a la vista, casi como pidiendo ayuda.

SIMÓN se acerca demasiado grato a WILLIAM.

SIMÓN: Espere un poquito… Déjeme verlo un momento… Me recuerda terriblemente a alguien… Esa cosa prístina, candorosa en su mirada…  Algo de debilidad…

SIMÓN se vuelve a meter un ginseng caro. Los ojos vidriosos, casi llorosos de SIMÓN impresionan a WILLIAM que le recuerdan a su atormentado padre.

Suena un trueno y comienza a llover torrencialmente. Simón y William, quedan perplejos observando el diluvio.

CORTE.

SECUENCIA 24. AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

SIMÓN, empapado, y que se ufana de su jovialidad a pesar de los años, y en cierta medida tiene razón al jactarse porque el viejo se mantiene muy bien, se sienta sobre la mesa del escritorio, suspirando hondo.

SIMÓN: Mire amigo, le puedo ofrecer algo a su medida…

PÉTULA revolotea como una mariposa pegote pasando por la oficina y viene seguida de Martín, vendedor joven obseso sexual.

A SIMÓN sencillamente le patea ese tipo, se solaza estudiándolo meticulosamente con mucho desprecio.

SIMÓN: No… No… Usted no quiere un auto… No lo necesita.

WILLIAM vence su horrible timidez, porque está hastiado de tanta incomprensión.

Se larga a hablar.

WILLIAM: ¿Y por qué me dice eso? Lo necesito mucho… Hace diez años que ahorro para comprar un auto… Años de anhelar mi propio coche para terminar con el sacrificio diario de llevar al colegio en micro a mis hijos… la vergüenza de salir con la señora en metro…

SIMÓN en el celular, que parece prestar poca atención a la confesión de WILLIAM.

SIMÓN: Pétula… Pétula… Hágase cargo de ese hombre inmediatamente…

WILLIAM pega la vista afuera, hay un cliente merodeando solo… PÉTULA se abalanza sobre él y le toma del brazo seductora.

WILLIAM que parece haber tomado demasiado cariño a la chica controla este encuentro y SIMÓN disfruta con sadismo. Ambos se ponen de pie frente al gran cristal y siguen la estratagema de PÉTULA con el incauto cliente en las sombras.

WILLIAM: ¿Sabe?… Una vez casi gané un auto en el Concurso de Sábado Gigante… Fue un instante extraordinario, faltaba muy poco, y llevaba la delantera… Don Francisco me hacía una y otra pregunta, y yo seguía avanzando en la escalera del éxito… Estaba muy inspirado aquel día, y me encaminaba a la gloria segura… De pronto el animador me hace esa pregunta: “Mueve la palanca usted o yo?” “Usted le dije” “¿Está seguro, señor?

“Lo puede perder todo”.

SIMÓN examina con piedad a un devastado WILLIAM. Parece haberle nacido verdadera curiosidad por el espeluznante relato de un perdedor nato, que tanto le gusta oír, como todo un sadomasoquista que es.

WILLIAM: “Estoy seguro”, le dije…

SIMÓN le estira un medicamento naturista. WILLIAM no se da cuenta de lo que hace totalmente, porque se lo bebe un sorbo, derrotado.

WILLIAM: Y fue el desastre. Cayó el humo… y la alarma me indicó que había perdido todo…

Por un segundo pude notar el rostro de frustración y odio de mi mujer… Yo había perdido una automóvil cero kilómetros delante de millones de personas… No me lo puedo perdonar…

WILLIAM se desploma en el asiento, abominándose.

WILLIAM: No sé por qué le estoy contándole estas cosas tan personales…

SIMÓN que se saca la chaqueta, victorioso.

SIMÓN: Porque hay una empatía natural entre usted y yo… Es químico, amigo. Pasa en forma esporádica. Una vez cada diecisiete años. Usted se quiere desahogar y yo quiero ayudarlo. Es algo natural, algo de piel.

SIMÓN se pega a WILLIAM desmedidamente.

SIMÓN: ¿Me va a dejar ayudarlo?

WILLIAM contrariado comprueba como PÉTULA sale con el cliente a probar el automóvil.

SIMÓN pega una mirada triunfal con la expresión de eso es compra segura.

SIMÓN: Una sola vez amé a una mujer… Mi historia de amor es repulsiva… Cuando seamos más amigos se la contaré… Esa muchacha es igual a esa joven… Por eso la contraté… Para odiarla todos los días…

WILLIAM suda ante las singulares confesiones de su vendedor.

SIMÓN: Acompáñeme…

SECUENCIA 25. AUTOMOTORA ESTACIONAMIENTO TRASERO. DÍA

SIMÓN extasiado frente a un PEUGEOT de los años setenta.

SIMÓN acaricia obscenamente las curvas del coche.

SIMÓN: Usted lo ve y debe pensar, qué repugnante ¿no es cierto?… Pero mire: es una auténtica y prodigiosa maravilla. Motor francés, legítimo…

Casi jadeando el inmoral SIMÓN le planta la pregunta como si fuera una transacción sexual.

SIMÓN: ¿Cuánto cree que cuesta esta joya de 1968?

WILLIAM: No sé… un millón.

SIMÓN: ¡Shtt! Por favor, no diga esa cifra ordinaria para una reliquia como ésta… ¿Valor?: Cuatro y medio millones de pesos. Sí, yo sé, usted está pensando por dentro, este tipo me está estafando. Y le encuentro toda la razón. Yo le estoy ofreciendo un coche de apariencia ruinosa, esperpéntica.¡Y le estoy cobrando casi siete mil dólares! Soy un timador, aparentemente. Dentro de poco usted estará deslumbrado y me encontrará toda la razón. Y será tan sencillo que lo obtenga. Usted me paga veinticinco por ciento ahora, y con un interés imperceptible, idiota, usted cancela las cuotas restantes…

WILLIAM: La verdad es que yo había pensado en un auto nuevo…

SIMÓN: ¡Un auto nuevo! Típico de nuestros tiempos… Lo nuevo, lo moderno, lo joven, la moda… lo efímero, la muerte, en síntesis mon cher ami… Helás…

Mire…

SIMÓN arrebatado entreabre las puertas del automóvil. WILLIAM trata de atisbar el interior lujurioso del automóvil.

SIMÓN: Mire, este auto con todo el uso que tiene, que no es mucho tampoco, es superior a ese Toyota 2004 que usted deseaba con tanta indecencia pornográfica hace solo un rato… y que está a la venta por más de quince millones de pesos… Se lo voy a demostrar…

SIMÓN hace piruetas indefinibles y mareadoras frente a un bombardeado WILLIAM.

SIMÓN: Abro el motor…

SIMÓN Abre el apestoso motor del auto.

SIMÓN: ¿Y qué encontramos?… Repuestos originales… sólidos… nobles…

SIMÓN: ¿Usted cree que no me doy cuenta de que estoy engañando a la gente cuando les vendo esos coches orientales? Venga para acá, se lo voy a demostrar…

SECUENCIA 26. AUTOMOTORA. TARDE

Un atragantador desfile de apetitosos automóviles japoneses o coreanos de última generación se ofrecen casi como prostitutas frente a los lastimosos ojos de WILLIAM.

SIMÓN: Mire esto… observe estos materiales provisorios, poco sólidos… Ahora mire lo que voy a hacer…

SIMÓN al oído de WILLIAM, que se acelera con el retorno de la traviesa PÉTULA.

SIMÓN: Voy a cerrar la tienda, sólo para enseñarle que todas estas supuestas maravillas del desarrollo neo-capitalista son solo bluff.

WILLIAM pegado a PÉTULA que cierra el trato con el cliente.

SIMÓN(OFF): Pero no… no… Lo veo inquieto… No quiere seguir adelante…

SIMÓN le habla dándole la espalda y supervisando a PÉTULA.

SIMÓN: De acuerdo, estoy yendo demasiado lejos, usted no está preparado… Prefiere dejarse llevar por lo habitual, lo obvio… Lo entiendo… Mire mi amigo…

SIMÓN se da vuelta sorpresivamente y se encamina letalmente contra WILLIAM.

SIMÓN: Fue un gusto.

SIMÓN aprieta sus manos con fiereza.

SIMÓN: Adiós.

WILLIAM desarmado no sabe como reaccionar.

SIMÓN vuelve a su oficina.

WILLIAM lo para en seco. SIMÓN le devuelve una mirada peligrosa, es prácticamente un duelo tipo western.

WILLIAM: Espere… por favor… demos esa vuelta…

SIMÓN: Cada vez me gusta usted más, mi amigo…

SECUENCIA 27. AUTOMÓVIL PEUGEOT. INTERIOR

PÉTULA al volante, pegada sospechosamente a WILLIAM, y atrás, cuál emperador, SIMÓN.

PÉTULA es una temeraria conductora, incluso se pasa algunas luces rojas, manteniendo entre alterado y excitado al disminuido WILLIAM.

SIMÓN: ¿Qué le parece? Mejor que un avión… ¿No es cierto?…

PÉTULA juguetea con su mano derecha con la entrepierna de WILLIAM que a estas alturas la tiene más dura que una roca. SIMÓN se hace el desentendido o no lo interesa, o está demasiado acelerado.

SIMÓN: Ya le dije, la maquinaria europea puede tener un siglo, pero se mantiene vigente… vigorosa…

LOS perversos deditos de PÉTULA en su órgano.

SIMÓN: Ahora en las curvas Del comportamiento es rotundo.

PÉTULA entra a una curva con audacia incorregible. SIMÓN se atora. WILLIAM desea lanzarse fuera del auto. EL automóvil comienza a dar sacudones.

SIMÓN: No, solo estaba probando el nivel de eyección por sobre el nivel de amortiguación versus estabilidad… ¿Ve?… La resistencia por fluido es óptima y eso es un hecho de la causa…

PÉTULA (AL OÍDO DE WILLIAM): Shtt… No tirite… ¿Qué signo es…? Sagitario y Leo, la unión sagrada… ¿Se masturba mucho?… Mi padre es terrible, pero el viejo tiene un mérito no se mete. No puedo evitar enamorarme de sus clientes. Quizá porque tengo debilidad por los acreedores… ¿cuánta plata le debe a mi papá? ¿Dos millones, tres? No es nada…

Conozco a unos que le deben hasta cincuenta…

SIMÓN: Se lo voy a explicar brevemente. Tomemos un engranaje de construcción sencilla, y apliquemos el bombeo por sacudidas irregulares, ¿qué obtenemos…? tracción superior al mil por ciento…

PÉTULA (QUE SIGUE SUSURRÁNDOLE): Mi padre es buena persona… Lo que pasa es que lo malinterpretan… No es celoso, pero es mejor que no nos sorprenda…

¿Tiene título profesional? Tuve un novio al que mi papá le permitía besarme dos veces al día con unas reglas que nunca entendí…

PÉTULA mete a fondo el acelerador.

SIMÓN: Bueno este maravilloso coche está por sobre esa nivelación y sin entrar a la norma digital, que la cumple por méritos igualmente…

SECUENCIA 28. AUTOMOTORA. EXTERIOR TARDE

WILLIAM lleno de pensamientos, abrumado. PÉTULA lo observa seria. SIMÓN respira como un búfalo. Han vuelto a la automotora, el automóvil hirviente.

WILLIAM: ¿Quiere que le diga una cosa? Necesito un auto hoy mismo. Usted no sabe lo miserable que es la vida de un peatón. El desprestigio constante.

SIMÓN pone cara “eso ya lo he oído antes”.

WILLIAM: No podría volver al trabajo o a la casa sin auto. Yo percibo la reprobación, el sarcasmo en el ambiente, por mi condición cuasi-proletaria… Necesito subir mis status rápidamente, amigo, usted debe entenderme, soy un hombre preparado, no cualquier persona…

SIMÓN: Cuando volvamos a mi oficina le voy a regalar un pequeño libro muy conveniente titulado: “Yo necesito lo que necesito”. A mí ese libro me cambió la vida. ¿Me entiende? Yo llevaba una vida ansiosa, y el libro me enseñó las cosas sencillas… ¿Me capta?

Abra esa ventana… me da asco su perfume…

WILLIAM: Disculpe…

SIMÓN: Sí, claro, me pide disculpas, pero el olor lo tengo adherido a las fosas nasales. Espero que no lo haya dejado pegado en el auto… ¿Sabía que soy capaz de vomitar encima suyo a causa de ese perfume pestilente? ¿Qué edad tiene, amigo?

WILLIAM: Cuarenta y ocho años…

SIMÓN: ¿No se siente un poco presionado?

WILLIAM: Bueno yo…

SIMÓN: Sí, definitivamente ese libro lo va liberar de muchas cosas…Ahora volvamos…

SIMÓN se baja del automóvil atolondrado. PÉTULA frena la bajada de WILLIAM.

PÉTULA: ¿Sabía que mi padre es abogado?

WILLIAM: ¿Por qué dice que es su padre?

PÉTULA: Mi padre siempre negará que soy su hija. ¿Le habló ya de la historia de que soy igual a mi madre? Es verdad. Eso lo descompone. ¿Le contó la historia macabra de mi madre?

WILLIAM: No quiero seguir oyendo. Usted me tiene secuestrado aquí. Es ilegal.

PÉTULA: Mi padre fue un gran abogado. Después vino su descalabro. Estafó a los mismos que defendía con la ley por delante. ¿No es apasionante? Nunca me he topado con nadie más estremecedor que mi papá. ¿No es lindo?

PÉTULA lo acerca candentemente.

PÉTULA: Me gusta su cara.

WILLIAM: ¿La de su padre?

PÉTULA: La suya tiene perplejidad…

PÉTULA besa a WILLIAM, quien queda como después de un tsunami.

PÉTULA: ¿En qué está pensando? Hace un mes me habría ido con usted hasta el fin del mundo. Ahora no. Ahora soy otra. ¿No me va a preguntar qué pasó?

No dice nada. Nunca dice nada. Nunca opina. Quiero oír su discurso. Mi padre tuvo un cliente parecido a usted. Lo que pasó después no me está permitido contarlo.

WILLIAM abraza con ardor a PÉTULA y la acaricia con impericia.

PÉTULA: En este auto he atracado con senadores y ministros. Son todos iguales. Las cosas que yo sé.

SUENA EL CELULAR DE PÉTULA.

PÉTULA: Ese es mi padre… ¿Si fui su amante? Ya no me acuerdo… Todos los hombres son niños… Como usted…

SIMÓN los observa desde la oficina con un catalejo.

SECUENCIA 28. AUTOMOTORA. ANOCHECIENDO

PÉTULA TRAE café y coñac. Prepara un batido mortal.

SIMÓN: ¿Quiere que le diga algo? Usted me cayó demasiado bien… No es usual… En general detesto a mis clientes… Los encuentro… ¿Cómo formularlo brevemente?… Fútiles, frívolos, fascistas… Pero tiene usted cierta fineza que cuesta bastante no reconocerla… ¿No es cierto, Pétula?

PÉTULA se sienta en el sillón de cuero con las piernas en exhibición y bebe, lo que la tranquiliza a la pobre.

SIMÓN: ¿Ha viajado mucho amigo?

WILLIAM: Bueno sí, me mandaron del trabajo a Estados Unidos una vez…

SIMÓN: Sí, eso se ve muy claramente en los modales… En ese toque connaisseur… Mire, quiero sincerarme con usted… El auto que estoy tratando de venderle es mío…

WILLIAM queda de una sola pieza.

SIMÓN: Sí, así es. Y la verdad es que me apena mucho, muchísimo venderlo.

PÉTULA disfruta histéricamente todo.

SIMÓN: Perteneció a mi honorable abuelo, que lo cuidó como hueso santo, y luego me lo regaló…

SIMÓN estruja un par de lágrimas de cocodrilo. Pero WILLIAM que tiene el corazón como chocolate, se emociona con él. PÉTULA que agradece convivir con sentimentales, se pone de pie y acaricia un instante a WILLIAM compasiva y luego harta de todo, sale.

SIMÓN: Déjela… ¿Qué le dijo? ¿Qué era mi hija? No le crea ni una sola gota. Esa mujercita se pegó a mí como si fuera su padre… No quisiera destrozar su extraño corazón, por eso la acepto…

SIMÓN sigue bebiendo.

SIMÓN: ¿Se fijó? Dos dueños del auto en casi treinta años Pensándolo bien, y perdóneme que lo haya entusiasmado, pero no…

SIMÓN SE encamina hacia la puerta. Le indica salir a WILLIAM.

La verdad es que no puedo vendérselo… Es una joya, es el mejor carro que he tenido en mis manos en los años que llevo en este negocio del automóvil…

SIMÓN: Y escúcheme bien. Tuve una automotora en Nueva York, otra en Alemania y en Temuco, las verdaderas pruebas de fuego en este rubro… Me vine un poco por debilidad insular, en busca de esa cosa que llaman sentimiento, afecto, amigos… Hoy me doy cuenta que esas cosas, y permítame decirlo, son pura mierda…

SIMÓN ESTALLA EN UN LLANTERÍO de difícil comprensión para WILLIAM, que se aproxima apiadándose del dolor de SIMÓN, pero este se pone frío repentinamente.

WILLIAM: Bueno, yo jamás pensé llevarme su auto…

SIMÓN: No por favor, no insista… se lo ruego… Siento haberlo entusiasmado y me doy perfecta cuenta de que se trata de un coche estupendo, inigualable, pero entiéndame, se trata de un auto que significa mucho para mí y tres millones y tanto, no…, no reflejan su verdadero valor…

¿Cuánto cree que vale entonces?

SIMÓN: No, francamente no quiero negociar mi auto… ni por todo el oro del mundo… Mire amigo, le voy a dar un consejo gratis, con mucho afecto, cómprese uno de esos coreanos de última moda, consígase un verdadero aval, plata prestada, en fin, hay mil maneras, déle un gusto a su familia ya que es lo único que cuenta para usted, parece…

FUNDIDO AL NEGRO.

SECUENCIA 29. AUTOMOTORA. DÍA

WILLIAM atraviesa la automotora, y para su completa desgracia, sorprende a PÉTULA coqueteando con MARTÍN.

PÉTULA se abalanza hacia él.

WILLIAM: ¿Qué estaba haciendo con ese sujeto?

PÉTULA: Hasta que sus ojos no saquen su filosa vista de mis nalgas, no le diré nada.

WILLIAM: Presuntuosa.

PÉTULA: Sé que soy muy hermosa y pervierto hasta el más abominable pensamiento con mi mirada siniestra y ardiente. ¿Le gustan mis manos? A mí, sí.

WILLIAM: Es bella. Punto. ¿Está contenta? Era lo que quería oír. Ahora responda por sus actos.

PÉTULA: ¿Se agota fácilmente en el acto sexual, William? ¿O debo decir Willy? ¿Su mujer lo mimó anoche? ¿Se lo succionó suavecito? ¿Quiere que se lo succione yo, ahora mismo? ¿Está celosito?

WILLIAM: Arrogante. Me irrita el tono de su conversación. Podría hacer todo más sencillo.

¿Está su padre?

PÉTULA: ¿Mi padre? Déjeme pensar. Usted me deja pensando, pero sobre todo malas cosas. ¿Mi papi? ¿Por qué le tiene tanto miedo? Usted quiere su auto. Es igual a todos esos otros. ¿Sigo siendo tan sexy como ayer? ¿Quiere ver mi pubis hirsuto y teñido?

WILLIAM: Déme con su padre.

PÉTULA: Usted es un niño. Arrastra este penoso juego hasta el final. ¿No se cansará? Debería. Aún puede salirse. Usted puede liberarse de ese viejo de mierda llamado “mi padre” o “concha de su madre”.

WILLIAM: Su voz es más triste cuando está cansada, me agrada.

PÉTULA: Desaparezca de mi vista, William.

WILLIAM queda helado con la respuesta abrupta de la joven.

SECUENCIA 30. OFICINA. INTERIOR DÍA

WILLIAM intenta abrir la puerta de la oficina de SIMÓN.

WILLIAM: Usted me ha hecho remeditar el asunto, SIMON… Tiene razón… Esos coches nuevos no me convencen…

SIMÓN(OFF): Bueno, esos autitos al menos tienen sus virtudes, amigo. Al menos no andará por allí exhibiendo esas formas rococó y llenas de luces de otros autos… Cumplirá su objetivo, mantener a la familia unida… ¿No es eso lo que busca?

SIMÓN entreabre la puerta, y presenta una apariencia diferente, impactante, sin peluca, que rápidamente se pone antes de enfrentarse a WILLIAM.

SIMÓN: Déjeme prepararle un plan de pago conveniente… Ya verá…

WILLIAM entra en la oficina invadido de una extraña felicidad.

SIMÓN: ¿Nombre completo?

WILLIAM: William O´ckinney Sanhueza.

SIMÓN: ¿Tiene mail en su oficina? ¿Tiene celular? Yo le mando una cotización lo más modesta posible, digamos un carro coreano última generación, dólar acuerdo…

SIMÓN no lo mira, se lo dice con arrogancia.

SIMÓN: ¿Tiene hijos?

WILLIAM que no se esperaba la pregunta, reacciona mal.

WILLIAM: Sí…

SIMÓN: ¿Y los disfruta?

WILLIAM: Supongo.

SIMÓN: ¿Supone?

SIMÓN se acerca al ventanal que da a la automotora y se queda examinando largamente a PÉTULA, que consume su colación sentada frente al sol.

SIMÓN: Disfrute de sus hijos al máximo, no me haga perder la fe en usted… Yo…nunca pude tener hijos, soy estéril… ¿Sabe lo que es eso?… Trabajar por nada es como caminar sobre piedras…juegue con sus hijos, tolérelos, cómpreles un station 2004, sea generoso…

SIMÓN camina amenazante hacia WILLIAM, aterrado porque se le ve el arma colgar del brazo.

SIMÓN: Me molesta que haya dicho eso… ¿sabe?

WILLIAM: ¿Qué cosa?

SIMÓN: Que no disfrutaba a sus hijos.

WILLIAM: Yo no dije eso… ¿Por qué siempre está poniendo palabras en mi boca?… Me estoy comenzando a cansar de sus monsergas… ¿Qué se imagina? Yo me saco la cresta trabajando por mis hijos y…

SIMÓN que le detiene el paso ante el intento de salir de WILLIAM.

SIMÓN: ¿Se siente culpable? ¿Es por eso que me grita en esa forma despiadada? Pensé que me estaba tomando cariño, William… Vamos, usted no es un anciano, aún puede cambiar un poquito… ¿Cómo trata a su esposa, a su madre, a su padre?

WILLIAM: ¿Pero qué le importa?

SIMÓN cierra con llave la oficina.

SIMÓN: ¿Por qué evade su responsabilidad? No sea pusilánime… dignifique su vida, confiese…

WILLIAM: ¿Qué?

SIMÓN toma las manos de WILLIAM con inusitada fuerza, y lo obliga a arrodillarse. WILLIAM no puede evitar despegar la vista del arma.

SIMÓN entra en un trance ritual.

SIMÓN: Diga conmigo: soy un padre mediocre.

WILLIAM: Soy un…

WILLIAM empuja a SIMÓN y se echa dos pasos atrás.

¿Pero porqué tengo que decir estas estupideces?

SIMÓN, amenazante, se abalanza sobre WILLIAM lo obliga a arrodillarse.

SIMÓN: ¡Dígalo William, dígalo! ¡Suelte sus prejuicios, lo puede hacer! ¡Dígalo!

WILLIAM: Soy un padre mediocre.

SIMÓN: Soy un hijo desafectado.

WILLIAM: Soy un hijo desafectado. No tengo porque seguir oyendo sus asquerosos comentarios. Yo sé muy bien lo que hago con mi vida…

SIMÓN: Liza Darmoet Urzúa…

WILLIAM entra en pánico.

WILLIAM: ¿Cómo lo supo?

SIMÓN: ¿Pero quién mierda cree que soy? ¿Le dije o no lo dije que era un profesional? Conozco bien a mis clientes, los intuyo fácilmente. Lo predecible y volubles que pueden llegar a ser… Detesto sus debilidades, su afán de consumo, su falta permanente de integridad…

SIMÓN se estira en el sofá de cuero.

SIMÓN: Me está comenzando a desilusionar, William, había depositado demasiada confianza en usted…

WILLIAM intenta recomponerse. Se sienta frente a SIMÓN.

WILLIAM: ¿De dónde sacó toda esa información?

SIMÓN: ¿Cuál de todas?

WILLIAM: Lo que dijo recién…

SIMÓN: ¿Por qué no se atreve a decirlo con sus palabras?… Nadie se atreve a reconocer sus errores y sus cochinadas hoy en día… Todo es eufemismo, me da náuseas. Su amante Liza, William… Eso es la pura y santa verdad…

WILLIAM: No. No es cierto…  No es mi amante… No tiene pruebas…

SIMÓN extrae unos papeles de su chaqueta.

SIMÓN: Que conste que usted está haciendo esta historia más vulgar de lo que es…

SIMÓN se pone sus lentes.

SIMÓN: “Jueves veinticinco de Noviembre, Hotel Toi et Moi, comprobante de tarjeta de crédito del señor William O´ckinney Urzúa, valor treinta y siete mil pesos, habitación doble tipo cabaña, más alimentos. Lunes dos de Diciembre, Motel Huracán…

SIMÓN sonríe, plácido.

WILLIAM: Córtela, ¿quiere? ¿Y si se metiera en sus asuntos? ¿Acaso usted no tiene amantes?

SIMÓN: Sí, claro…

WILLIAM: ¿Entonces?

SIMÓN: Pero tengo auto propio, William…

WILLIAM: Tiene razón…

SIMÓN se pone de pie atacado por un golpe energético repentino. Se peina.

SIMÓN: Usted ya lo ve, las cosas están así entre usted y yo… y no puede reprocharme nada…

WILLIAM: Pero me acosa mucho…

SIMÓN: ¿Cómo que lo acoso?… Es usted el que vino hacia mí, reconózcalo, estoy dedicándole demasiado tiempo…

SIMÓN exhibe una fotografía con socarronería.

Sin embargo, su mujer es guapa.

WILLIAM siente que se va a desmayar.

WILLIAM: ¿De dónde sacó esa foto?

SIMÓN: ¿Qué importancia tiene?

SIMÓN observa de una manera perturbadora a WILLIAM.

SIMÓN: Lo he estado observando en el jardín de su casa, como se comporta con su mujer… y debo anunciarle que el mismísimo ciudadano Kane era más cariñoso con su mujer que usted…

WILLIAN: ¿Usted cree…?

SIMÓN: Definitivamente. Es rudo con ella. Insensible… ¿Cómo decirlo en una sola palabra? Usted la desprecia…

WILLIAM: ¿De verdad?

SIMÓN: Sí, así es… es porque no es complaciente… ¿No es cierto?…

Su mujer lo critica, lo pone en su lugar, y eso usted lo detesta con todo su corazón…

WILLIAM: Me llevo bien con Liza en el sexo…

SIMÓN: ¿Es por eso? ¡Bah! ¡Basura! Las mujeres le hacen creer a uno que es viril… Sin embargo, están simulando, mire…

EXTRAE DE UN CAJÓN UN RECORTE.

Un estudio de una universidad americana prueba que el ochenta por ciento de las mujeres prefieren que los hombres las lleven de compras a las grandes tiendas antes de hacer el amor con ellos… Al menos su mujer tiene un poco de ternura, de humanidad… Piénselo William, se lo digo con conocimiento de causa…

SIMÓN otra vez consume sus medicamentos.

SIMÓN alterado.

SIMÓN: Yo perdí a mi mujer por bruto… ¿quiere que le muestre unas fotos? ¿Qué desodorante usa, William? No se sienta ofendido, pero usted definitivamente no huele bien…

WILLIAM se huele los sobacos.

SIMÓN: Está demasiado nervioso… y aún no decide lo del auto… No le va a dar el gusto a su familia, jamás lo hace, por eso suda… Pero ¿sabe?… Ahora es demasiado tarde… Adiós William… Me esperan misiones otras misiones, otros clientes, otros momentos…

Adiós amigo… Déjeme presentarme. Soy Simón Aldonati Guzmán… Adiós.

SIMÓN le da un caluroso aunque humillante apretón de manos.

 

SECUENCIA 31. EXTERIOR AUTOMOTORA. DÍA

PÉTULA se cruza con WILLIAM y le coge del brazo, con agitación lo lleva a una oficina vacía, llena de retratos.

PÉTULA cierra con llave el lugar.

Se le pega fuerte, y lo arrastra hasta un sillón.

PÉTULA: Esos retratos que usted mira con tanta avidez son todos los clientes deudores de mi padre… Pronto usted estará al final de ellos… A menos que resista con hombría, William…

William, me pica todo… ¿Me puede rascar la espalda? Más abajo… más al centro… más a la izquierda…

¿Me disculpa un instante? Tengo que sacarme la blusa… ¿Tiene asco? ¿Tiene miedo? No me gusta quedarme a solas con mi padre…  Empieza usted a intrigarme mucho… Tienes unos ojos admirables, William… está temblando caballero… Obedézcame en todo… No deje me mirarme… estaré siempre vigilándolo… Me ocuparé de usted, totalmente… No tendrá tiempo de angustiarse de nada… ¿cómo penetra a su mujer? ¿Es tempestuoso?… Responda lo primero que se le ocurra… Acabe con mi angustia…

Por favor… Sáqueme esta amargura… No puede ayudarme… Lave mis pecados…

PÉTULA baja hasta el miembro de WILLIAM y se lo succiona de lo lindo.

LA PUERTA ESTÁ ABIERTA, y SIMÓN echa una mirada de soslayo. Respira hondo, abrumado por sus propios recuerdos. Vuelve a cerrar, con extraña gentileza. Como protegiendo el momento.

FUNDIDO AL NEGRO.

SECUENCIA 32. CASA. INTERIOR NOCHE

WILLIAM con su MUJER ven televisión, anuncios de automóviles.

FUNDIDO AL NEGRO

SECUENCIA 33. CASA. INTERIOR NOCHE

SIMÓN con su MAMÁ comen tomados de la mano frente al televisor viendo un filme de Glenn Ford.

FUNDIDO AL NEGRO

SECUENCIA 34. AUTOMOTORA. EXTERIOR DÍA

WILLIAM está acariciando el viejo automóvil de SIMÓN.

SIMÓN(OFF): ¿Recibió mi mail?

WILLIAM se sobresalta.

WILLIAM: Sí, gracias, pero ¿sabe?… Me quedé meditando y no quiero llevarme el auto coreano… Pienso que tiene razón, no me voy a dejar llevar por el consumismo y esas majaderías… Y quiero hacerle una oferta por su coche…

SIMÓN: No. Imposible. Pensé que le había quedado claro la otra vez.

WILLIAM: Pero déjeme hacerle una oferta…

SIMÓN: Imposible mi buen amigo… Ya lo vendí…

WILLIAM se afirma en el auto, el mundo le pesa.

WILLIAM: ¿Qué?

SIMÓN: Bueno… ”casi lo vendí”, lo lamento… Tengo un cliente de la política, que prefiere mantener su anonimato y que es un fan de mi auto y finalmente, tuve que acceder… el hombre puede llegar a ser ministro de Estado… No pude negarme…

SIMÓN que goza especialmente el momento.

SIMÓN: Pero y que le quede claro, nosotros no teníamos ninguna clase de compromiso, yo fui prístino al respecto…

WILLIAM: Le ofrezco más que el ministro…

SIMÓN: No insista mi amigo… Mire, aquí tengo el pre-contrato con mi cliente clasificado… Lea la cifra…

WILLIAM: ¡seis millones y medio de pesos!

SIMÓN: Así es… fue una oferta tan buena que no pude resistirme… Reconozco que está por sobre el plus promedio el precio… Nosotros habíamos hablado de cuatro y medio millón de pesos… Pero en fin, era un precio justo… yo… bueno, es cierto que se trataba de un recuerdo familiar, pero finalmente vencí mis escrúpulos, sobre todo pensando en la importancia de aquella amistad…

WILLIAM: ¡siete millones!

SIMÓN: ¿Perdón?

WILLIAM: ¡Le ofrezco siete millones!

SIMÓN: Inútil discutir…

Se toma su clásico medicamento.

SIMÓN: ¿De dónde va a sacar esa plata?

WILLIAM: Mi mujer…

SIMÓN: ¿Su mujer?

WILLIAM: Mi mujer tiene un departamento…

SIMÓN: ¿Venderá el departamento de su mujer?

SIMÓN hace amago de retirarse, enrabiado.

SIMÓN: No, mire, no quiero perjudicarlo… Francamente yo veo que usted es una persona esforzada, un buen funcionario público, el país necesita gente como usted, pero esa cifra es una fortuna para usted, y luego usted quiere vender el departamento de su mujer… ella nunca lo va aceptar…

WILLIAM: Ya lo vendí.

SIMÓN vuelve a cargarse con dos ginseng. Está feliz, radiante con las noticias, pero mantiene la dignidad del vendedor.

SIMÓN: ¿Ya lo vendió? ¿Sin preguntarle a ella?

WILLIAM: ¿Le molesta? ¿Qué le importa? Usted quiere siete millones por ese auto ¿no?

SIMÓN: El auto lo vale… pero dejemos todo como estaba… lo más importante ya está consumado, y es el hecho de que hemos llegado a ser buenos amigos… y eso vale más que todo el oro del mundo…

WILLIAM: Espere un poco… En toda mi vida jamás he tenido nada de valor, que valga la pena, trascendente… Mi vida afectiva, y usted me lo probó, es pobre… a causa mía, seguramente, pero mire, yo veo a mis padres, quizá ya no se quieren, pero tienen su casa… ¿qué tengo yo?… Nada. Nada.

Quiero darle distinción a mi vida Simón… Y usted puede ayudarme… ¿No me prometió ayuda?… Usted empeñó su palabra amigo, no escamotee su promesa, se lo ruego…

WILLIAM se aproxima sobrecalentado al automóvil.

WILLIAM: Si yo tuviera ese auto, me sentiría tan orgulloso…

SIMÓN: Me emociona que haya captado mi mensaje, William… Pero para serle franco, me da mucha pena haberlo inmiscuido en este asunto, olvídese ahora, se lo imploro, cómprese es station a precio razonable y pagadero en cuatro años con bajo interés…

SIMÓN detiene a WILLIAM que quiere entrar al auto.

WILLIAM: ¡siete millones y medio!

SIMÓN respira agitado.

SIMÓN: Tómelo de la manera siguiente. Usted y yo ahora somos buenos amigos. Usted ha aprendido cosas fundamentales y yo me siento orgulloso de haberlo ayudado…

WILLIAM: ¡Ocho millones, ocho y medio millón, nueve, diez millones de pesos, Simón!

SIMÓN se sienta dentro del automóvil, enciende un puro.

SIMÓN: Me ofende… ¿Qué cree que soy? Le dije que no deseaba perjudicarlo… Modérese, William… Ya vio lo que produce la codicia, que todo lo quema y todo lo devora. Usted es un empleado público solamente, tome en cuenta eso, resígnese… Acéptelo…

SIMÓN sale del auto y lo cierra con llave.

SIMÓN: Ahora si me disculpa.

SIMÓN entra a su oficina.

WILLIAM se queda tembloroso, frente a su objeto amado. No puede resistir y lo acaricia. Aferrado sin poder alejarse. WILLIAM solloza, avergonzado.

SIMÓN(off): Mire, me da no se qué verlo así… Voy a proponerle lo siguiente. A título de simple amistad… Solo porque ha comenzado a encariñarme con usted… Se lo voy a prestar todo el fin de semana, aquí tiene las llaves y los documentos…

WILLIAM: ¿Está seguro?

SIMON: No. Mire. Voy a proponerle algo mejor aún. Se lo presto para que vaya a sus vacaciones. Quiero que lo disfrute, que haga feliz a su familia, pero lo quiero aquí de vuelta en un mes exactamente. ¿De acuerdo? No queremos enojar a nuestro amigo ministro ¿no cierto?…

WILLIAM corre dentro del auto. Como un niño con su Go-Kart de diez años, lo enciende, mientras SIMÓN lo ayuda a salir.

PÉTULA sale a encontrarse con WILLIAM, y le habla al oído por el costado del conductor.

PÉTULA: No me deje sola con mi padre William… Tengo una bola de angustia en el estómago… ¿No me quiere? ¿Por qué no me lleva con usted? ¿Capituló William? Le dije que no lo hiciera… Si me deja sola lo voy a matar…

POR EL OTRO LADO DEL AUTO, SIMÓN

SIMÓN: Una última condición: Luego que me devuelva el coche, nunca más se vuelva a hablar del asunto ¿ok?

WILLIAM SALE DISPARADO DEL LUGAR COMO EN BUSCA DE LA CÓMICA LIBERTAD.

FUNDIDO AL NEGRO.

SECUENCIA 35.  PLAYA. EXTERIOR DÍA

WILLIAM EN EL AUTO CON LA FAMILIA EN LA PLAYA

FUNDIDO AL NEGRO.

 

SECUENCIA 36.INTERIOR. TARDE

SIMÓN CON SU MADRE

FUNDIDO AL NEGRO.

SECUENCIA 37.BAÑO AUTOMOTORA. INTERIOR DÍA

PÉTULA CON MARTÍN, DROGADA, EN EL BAÑO

DE LA AUTOMOTORA.

MARTÍN: Ayer la vi hablando con ese inepto. Me apenó.

PÉTULA: ¿Me espía?

MARTÍN: Desde el primer día que entré a trabajar a esta automotora, Pétula. ¿Ya ha reflexionado sobre lo que le dije el otro día?

PÉTULA: He pensado en ello.

MARTÍN: ¿Y qué ha decidido?

PÉTULA: ¿Necesita saberlo?

MARTÍN: Evidentemente.

PÉTULA: No soy una máquina.

MARTÍN: No me ha respondido nada.

PÉTULA: No me ha hecho ninguna pregunta decente.

MARTÍN: No me gusta su tono.

PÉTULA: Ni siquiera sé quién es usted.

MARTÍN: Yo en cambio, sé todo sobre usted.

PÉTULA: Quisiera estar sola.

MARTÍN: Nunca más estará sola.

PÉTULA: Usted mantenga sus manos fuera de mí.

MARTÍN: Usted manténgase lejos de ese atorrante.

¿Para qué llevaba esa vida? ¿Tiene un comentario?

PÉTULA: Todo es personal.

MARTÍN: ¿Para qué siente todo ese odio contra su padre, usted lo sabe?

PÉTULA: Está completamente equivocado ¿le gustan mis respuestas?

MARTÍN: La ayudaré a zafarse de su padre. Me apena, porque el viejo me cae bien. Pero es hora de ordenar este lugar. Usted y yo, pura dinamita. ¿No lo cree?

 

MARTÍN SE ABALANZA FUERTEMENTE Y MUY IMPERTINENTE A BESAR A PÉTULA, LA MUY COQUETA, SE DEJA.

LUEGO LO ESCUPE, Y SALE.

FUNDIDO AL NEGRO.

 

SECUENCIA 39.INTERIOR AUTOMOTORA. DIA

SIMÓN se asombra al observar a un WILLIAM bronceado y hasta buen mozo entrando a la automotora.

SIMÓN: ¿Lo disfrutó?

WILLIAM: Mucho.

SIMÓN: ¿Hizo feliz a su familia?

WILLIAM: Inmensamente.

SIMÓN: Bien, ahora promesas son promesas…

WILLIAM: Sí, aquí están las llaves…

SIMON: Ahora despidámonos de una vez…

WILLIAM le mantiene agarrada la mano.

SIMÓN: No crea que no me afecta este asunto…

Comenzaba a acostumbrarme a usted…

WILLIAM: Yo también… sentía cómo…

SIMÓN: Con… un hijo…

WILLIAM: y su padre…

SIMÓN: Es una lástima…

WILLIAM: No es justo…

SIMÓN: Pero tenemos que actuar conforme… Nada nos ata ahora…

WILLIAM: A menos que…

SIMÓN: A menos que… ¿qué?

WILLIAM: Usted me venda su coche…

SIMÓN: guarda un largo silencio.

WILLIAM: Sería la única manera de conservar la amistad.

SIMÓN: Que ya es una cofradía… Un sitio donde podemos desahogarnos… comprendernos…

WILLIAM: En medio de tanta imbecilidad…

SIMÓN: Y de inmoralidad…

WILLIAM: Piénselo SIMÓN… Sin el auto no habrá ninguna razón para vernos…

SIMÓN: Tiene razón…

OTRO LARGO E INTENSO SILENCIO.

WILLIAM: ¿Lo va a hacer?

SIMÓN: ¿Qué cosa?

WILLIAM: Romper el trato con su ministro…

SIMÓN: No hay ningún trato, William…

WILLIAM: Sí, no hay ningún trato…

SIMÓN: ¿Cómo lo sabía?

WILLIAM: Porque soy un profesional… como usted…

WILLIAM saca un papel de su bolsillo. Lee.

WILLIAM: Helena Straasky Ramírez.

SIMÓN: ¿Cómo lo sabe?

WILLIAM: 40 años, morena, hija de refugiados judíos polacos, su mujer… lo abandonó por acusaciones de “crueldad física y mental”.

SIMÓN: ¿De dónde sacó eso?

WILLIAM: Fraude y estafa al fisco año 1991-1995 por ciento quince millones de pesos…

SIMÓN: Estuvo en Dicom…

WILLIAM: Tenía que defenderme de usted, Simón.

SIMÓN: Entonces… ¿ya sabe?…

WILLIAM: Sí… qué me está timando…

SIMÓN: ¿Por qué quiere el auto entonces?

WILLIAM: Porque “deseo” su auto. Quiero que cambie mi vida. De hecho, ya cambió ¿lo notó?… Y es cierto que le tomé cariño, Simón…

SIMÓN: Sí, yo también…

WILLIAM: Un millón…

SIMÓN: ¿Un millón?

WILLIAM: Un millón…

SIMÓN: ¿Un millón por mi auto? Ofrézcame algo que no me haga sentir el peor vendedor del mundo… No me humille más, William…

WILLIAM: De acuerdo… un millón y la posibilidad de nuestra amistad en la forma que lo estipule…

SIMÓN: Es un trato…

WILLIAM se sube al auto. SIMÓN besa el auto, como despedida, muy sentimental.

WILLIAM: ¿Qué quiere amigo?

SIMÓN: No, nada…

WILLIAM: ¿Cómo que nada? Si se viera en el espejo retrovisor se daría cuenta de la mirada repugnante que tiene, de perro faldero que se despide de su amo…

SIMÓN: Sí, es cierto, me estaba despidiendo…

WILLIAM: ¿De mí?

SIMÓN: No me haga sufrir, William.

WILLIAM: ¿Lo va a echar de menos, demasiado?

SIMON. Será difícil separarse… Después de todo estos años juntos… Yo lo cuidaba mucho… como un padre con su único hijo…

SIMÓN que está al borde del colapso.

SIMÓN: ¿Y si deshiciéramos el trato? Se lo imploro William…

WILLIAM: ¿Me dijo, William? ¿En qué momento le autoricé a usar mi nombre? ¿Sabía que aborrezco su exceso de emotividad? Usted me recuerda a alguien, desesperadamente…

SIMÓN ARRODILLADO, SE ABRAZA A WILLIAM, SIN COMPOSTURA, WILLIAM COMIENZA A ARRASTRARLO EN SU MARCHA HACIA EL AUTO.

SIMÓN: William, se lo ruego… Yo soy capaz de cualquier cosa si usted…

WILLIAM: ¿Qué hace? ¡No lo toque! No soporto verlo degradarse de esa forma… Usted me recuerda a alguien, definitivamente…

SIMÓN: Perdón… Perdón… Pensé que iba a poder hacerlo, pero estoy demasiado acostumbrado…

WILLIAM: No sea marica ¿quiere? ¡Déjese de lloriquear! ¿Qué quiere ahora?

SIMÓN: Nada.

WILLIAM: Dígalo, amigo… Dígalo…

SIMÓN: No me torture más por favor…

WILLIAM: Confiéselo. Simón…

SIMÓN: Confieso que siento envidia…

WILLIAM: ¿Por qué, hijo mío?

SIMÓN: De usted… de su nueva vida con el auto… Yo…estoy solo… Yo he perdido mi coche… Yo he perdido a mi hija… ¿Sabe dónde está?… Yo he perdido a mi madre… Y ahora lo he perdido a usted… Usted ya no me necesita, es demasiado doloroso…

WILLIAM: Confiesa todo hijo…

SIMÓN: Necesito el auto…

WILLIAM detiene el automóvil. Se baja.

WILLIAM: Noté que le tirita un ojo… ¿es astigmático?

SIMÓN: ¿Cómo lo notó?

WILLIAM: Este producto es extraordinario en estos casos…

LE LANZA SPRAY en el ojo.

WILLIAM: Déjese de gritar ¿quiere? ¿Busca algún auto en particular? ¿Quiere que probemos este coche?

SIMÓN: ¿Es posible?

WILLIAM: ¿Por qué no?

SE SUBEN AL AUTO.

 

SECUENCIA 40. AUTO. INTERIOR. DÍA

WILLIAM AL VOLANTE.

WILLIAM: Usted me cayó bien. No es frecuente… Normalmente detesto a la gente… Mire lo que voy a hacer… Le voy a demostrar por qué este automóvil es una joya…

WILLIAM ACELERA.

WILLIAM: ¿Notó la diferencia? Es inmediato. Apenas pone su trasero uno comienza a notar los cambios. Lo primero, el arranque por eyección es hiper garantizado… Yo acelero, muy ligeramente, y los sensores trabajan a full por contacto fluido… ¿Vio?…

No puede comparar este auto noble y prodigioso con la chatarra oriental que nos invade día a día, amigo… ¿Tiene hijos? ¿Los disfruta? Y ahora concéntrese… tomemos un engranaje de construcción regular… ¿Qué tenemos? Tracción superior a mil por ciento… ¿Me está siguiendo?…

Abra la ventana… me da asco su perfume… Lo que yo puedo es prepararle un plan de pagos muy conveniente. Usted me recuerda a alguien… Pasa muy de vez en cuando, es químico… ¿sabe?… ¿Me está siguiendo amiguito?

WILLIAM ACELERA CADA VEZ CON MÁS FUERZA

SECUENCIA 41. AUTOMOTORA. NOCHE

SIMÓN consume homeopatía, ensimismado, en su oficina en la automotora. Afuera truena.

SECUENCIA 42. INTERIOR AUTOMÓVIL. NOCHE

WILLIAM en su automóvil ve a PÉTULA en la penumbra, a la entrada de la automotora, sola. La observa un instante largo. Luego se aleja.

 

SECUENCIA 43. INTERIOR EXTERIOR AUTOMOTORA. NOCHE

PÉTULA A LA ENTRADA de la automotora en la noche tormentosa, hablando a cámara:

PÉTULA: “¿Me llevaría con usted?” le dije a William. “¿Me liberaría de esta cárcel?” le insistí…

“Iría con usted hasta el fin del mundo” me contestó William… Eso me dijo hace un año. Un año pasó desde que lo vi por última vez. “¿Me recordará siempre corriendo empelota en un campo en el sur de Chile?”, fue lo último que le dije.

FIN