Un documento acerca de la llamada “Matanza de la Escuela Santa María de Iquique”

En historiografía, una fuente primaria es cualquier material creado durante el período histórico que se está estudiando, proporcionando una perspectiva directa y contemporánea sobre los acontecimientos o ideas.

Este tipo de documentos permiten a los historiadores comprender mejor el pasado a través de una visión de primera mano, evitando la influencia de la interpretación de otros.

Informe del cónsul alemán Groothoff al Canciller Imperial Principe Von Bülow, fechado en Iquique, el 31 de diciembre de 1907.

Me honro en hacerle llegar a su Alteza el presente informe sobre los sucesos ocurridos últimamente en esta plaza.

Los comienzos y preparativos para la huelga general que ha desarticulado enormemente la situación en las últimas semanas en la pampa y en Iquique, pueden ser buscados en el año pasado. La falta generalizada de obreros que impera en la pampa y también en Iquique hace ya largo tiempo, llevó a los salitreros y a las compañías salitreras en Iquique cada vez más a una dependencia en relaciones con los obreros.

La situación ya no se podía aguantar, pero pese a ello las compañías evitaron un conflicto que eventualmente podría producir una huelga. Al contrario, ella se ha evitado, acorde a las posibilidades, por todos los medios; quizás ésta no ha sido la táctica correcta frente a los obreros chilenos.

Debido a la caída continua de la moneda y del encarecimiento resultante no solamente de las mercancías importadas, sino que también de alimentos que deben ser traídos desde el sur, sobre todo carne, complacieron las compañías salitreras de Iquique a los obreros al declararse de acuerdo a pagar, en el puerto de Iquique, los salarios sobre la base de 15 peniques.

Operarios en huelga abriendo calle para recibir a los obreros de la pampa, 1907

Esta concesión fue hecha sin que los obreros la hayan pedido; es decir, por iniciativa de las propias compañías salitreras.  La escala para el pago de los salarios era como sigue:

5 por ciento de aumento si la moneda bajase de 15 peniques
10 por ciento de aumento si la moneda bajase de 14 peniques
15 por ciento de aumento si la moneda bajase de 13 peniques
20 por ciento de aumento si la moneda bajase de 12,5 peniques
25 por ciento de aumento si la moneda bajase de 12 peniques

Cuando el curso bajó de 10 peniques, fue aumentada la escala hasta 10 peniques, así que los salarios recibirían un aumento de 50 por ciento, inmediatamente después que el curso de la moneda bajase de 10 peniques.

En la pampa subieron los salarios más y más, pero allí no se tomó en cuenta el cambio monetario; también fueron aceptados los aumentos. Por el contrario, los precios en las pulperías (tiendas en las oficinas que en su mayoría llevan la cuenta para las mismas oficinas) en general permanecieron sin variación, sobre todo los precios de los comestibles no subieron en nada.

Como ejemplo se puede mencionar que la carne se vende ahora a 40 y 5O centavos por libra, mientras que la misma aquí en Iquique no se compra por menos de un peso. Existe entonces una gran ventaja para el obrero en la pampa, mediante la cual se origina una gran pérdida para los salitreros, la que se soporta para no subir inconvenientemente los salarios.

El lunes 9 de diciembre paralizaron el trabajo los obreros portuarios de Iquique y exigieron el pago de los salarios sobre la base de 16 peniques, lo que naturalmente fue desestimado. La práctica había demostrado que los obreros aquí en el puerto conseguían ganancias que les posibilitaba trabajar tres o cuatro días a la semana y andar «celebrando» el resto. De esta manera se originaron lógicamente continuos problemas con la gente, los que se agravaban cada vez más; una vez se negaban los lancheros a desembarcar carbón, otra vez se negaban éstos, en suma, a trabajar, y cuando debían ser despedidos, amenazaban todos los obreros de la bodega con paralizar el trabajo.

Realmente no ha existido un problema salarial en todo este movimiento, sino más bien motivos cuya profundidad y génesis nunca resulta fácil de averiguar aquí habiendo huelga.

Es de creer que los obreros de Iquique también hayan persuadido a la gente de la pampa para participar en el movimiento; de esta forma se inició la paralización de actividades el día 10 de diciembre en la oficina San Lorenzo. Estos mismos presentaron diversas exigencias cuya aceptación   era desde el principio imposible; en primer lugar, exigían los obreros de la pampa el pago de los salarios sobre la base de 18 peniques, lo que después también pusieron en su programa los obreros de Iquique. Desde esa oficina salieron los obreros bajo la dirección de los cabecillas, a las oficinas más próximas y       persuadieron a una parte de la gente a seguir conjuntamente para presentar personalmente en Iquique sus peticiones a 1as compañías.

Meeting de obreros en la Plaza Arturo Prat (1907)

Se unió una gran parte de la gente en las diversas oficinas, pero también está comprobado que la mayor parte de los obreros de pampa no tenía la intención de participar en el movimiento. Existen ejemplos que la gente se escondió en las calicheras para quedar fuera del movimiento, pero los cabecillas buscaban a la gente en esos lugares y la obligaban a participar por medio de violencia y amenazas. La intención de los jefes del movimiento ha sido indudablemente la de imponerse por la masa y así tratar de conseguir más fácilmente las peticiones.

Se ha comprobado además que una gran parte de la gente de la pampa no conocía siquiera las razones de la bajada a Iquique, y no ha entendido (sobre todo los bolivianos) lo que significa dieciocho peniques.

El domingo 15 de diciembre a primera hora llegaron aquí las primeras gentes de la pampa. Alrededor de 3.000 a 3.500, viniendo a pie. Los obreros fueron recibidos por los militares y llevados al sporting club que se encuentra fuera de la ciudad, y mantenidos allí a cuenta de las autoridades. Desde ese lugar debería negociar el comité de los obreros con las compañías, a través de la Intendencia.

Las oficinas salitreras estaban débilmente protegidas por la policía y los militares, quienes nada habrían podido hacer contra las masas. Se vengaría al final la indiferencia, la cual ha sido siempre demostrada contra esta provincia, una provincia que le da a Chile la mayor parte de sus entradas. Militares que desde hace largo tiempo debieran permanecer en la Pampa para la protección, pese a haber sido presentadas iniciativas para construirles regimientos, no han sido enviados nunca hacia allá, sólo por eso se entiende que el movimiento no fuera ahogado inmediatamente desde el principio, protegiendo a las oficinas cercanas contra los huelguistas y cabecillas.

Marcha obrera en Iquique, 1907

El mismo domingo por la tarde debían ser devueltos los obreros a la pampa, en trenes preparados para eso, para lo cual éstos daban muestras de estar dispuestos. Se llevó a la masa, bajo acompañamiento de caballería, a través de la ciudad hasta el ferrocarril; ya en los carros, fueron detenidas las gentes por los dirigentes de Iquique con gritos, y salieron después de los vagones a través del cordón militar, y corrieron en hordas hacia la ciudad. Los militares debieron aceptar lo que pasaba, ya que una intervención era imposible. De este modo, la gente había conseguido llegar hasta la ciudad, lo que todo el día habían evitado las autoridades. El intendente, el general y el prefecto de la policía se encontraban ausentes en el sur y actuaban sus reemplazantes.

En la escuela Santa Maria recibieron refugio los huelguistas y fueron mantenidos allí también a cuenta de las autoridades.

La gente permaneció tranquila, pero diariamente bajaban de la pampa nuevos huelguistas que se comportaban absolutamente tranquilos los primeros días, tenidos a raya además por los propios dirigentes. Locomotoras pertenecientes al ferrocarril inglés de la ciudad, fueron tomadas violentamente por los huelguistas en la pampa y bajo dirección de los mismos, siguieron siendo transportadas más gentes de allí hasta Iquique. En una oficina, el Ejército estacionado allí intervino en contra de esto, y de esa forma resultaron los primeros heridos.

Pese a ello, la gente bajó y trató de llevar a los heridos a través de la ciudad, lo que no se permitió; el ambiente empeoró. El viernes 19 de diciembre aumentó el número de huelguistas a unos 14.000, los que en su totalidad estaban en la ciudad.  De todos modos, estaba todo tranquilo, pero era innegable que de la población de Iquique se apoderaba una sensación de muchísima preocupación, mientras que el tono de la gente se hacía más violento y provocador.

Entretanto había llegado el miércoles el navío de guerra Esmeralda, el jueves llegaban el intendente don Carlos Eastman, el general Silva Renard y el prefecto de la policía, todos a bordo del buque de guerra Zenteno el que trajo nuevas tropas de refuerzo. Gracias a la llegada de las tropas, además de la Marina, la guarnición había sido reforzada significativamente, lo que era importante tomando en cuenta la gran masa reunida. Se impuso en Iquique el estado de sitio, pero para los militares no fue fácil mantener el orden; sin embargo, se debió haber tomado precaución para no agitar a la gente innecesariamente.

La situación era crítica y desmejoró ostensiblemente; la posición de los huelguistas se endureció y se manifestó incluso en ataques verbales a las autoridades. El comité de los obreros se atribuyó derechos propios que lógicamente hicieron la situación más seria. Aumentó la incitación de las masas por parte de los cabecillas, y se tenía en general la impresión de estar en frente de una catástrofe. Ya el jueves abandonaron diversas familias la ciudad; el viernes aumentó considerablemente el éxodo de las familias y 1a salida de la ciudad por parte de las mujeres y niños, y el sábado se encontraban en su mayoría, a bordo de los barcos surtos en el puerto.

Los obreros trataron de negociar con el intendente, de poder a poder, y se encontraban cada vez más en un estado de fanatismo y se dejaban llevar por los dirigentes. De esa manera se habían terminado todos los medios para llevar a su fin pacíficamente el asunto. A la una dio el intendente la orden de hacer desalojar la Escuela Santa María y le ordenó al general utilizar la fuerza, en caso necesario, para el cumplimiento de la orden. Todos los huelguistas debían ser llevados de vuelta al sporting club, en las afueras de Iquique.

Hoy ya no se puede dudar que la intención era de prender fuego a la ciudad el sábado por la tarde, y luego saquearla; entre los 20.000 se encuentran siempre suficientes elementos que habrían utilizado una oportunidad así para dejar libres sus malos instintos y, considerando la liviana construcción de las casas, el fuego habría tenido las más terribles consecuencias, contra lo cual no habrían podido hacer nada tampoco los ágiles bomberos.

Rumores acerca que en el momento decisivo el Ejército se pasaría al bando de los huelguistas, mantenían los ánimos comprensiblemente en zozobra; han sido rumores que los mismos cabecillas propagaban para mantener a las masas más en su poder y darles mayor confianza y valentía; que los dirigentes hayan confiado poder contar en parte con esto parece ser bastante seguro, pero el desengaño fue muy amargo porque el Ejército no ha dudado ni un solo momento en cumplir el deber frente a los oficiales, para el resguardo de los intereses de la ciudad y del Estado. Los huelguistas, en una cantidad sobre los        7.000, se negaron a la orden de evacuación del intendente, y la masa, incitada por los cabecillas, estaba sumida en una disposición cada vez más fanática. La resistencia debió ser vencida al final con el fuego de las tropas y de la artillería; inmediatamente después la masa se rindió y fue llevada por el Ejército al sporting club, donde debía pasar la noche.

Escuela Santa María, Iquique, 1907

El número de muertos llegará lastimosamente a unos 200 y el de heridos se estima en algunas centenas; datos exactos no han sido dados a conocer ya que las autoridades, comprensiblemente tratan de evitar lo que podría agitar aún más los ánimos. El lunes por la mañana fueron devueltos los huelguistas en trenes especiales a la pampa. El resto siguió en los días siguientes.

El trabajo comenzó de nuevo lentamente en la pampa, bajo las antiguas condiciones. Los regresados se comportaban absolutamente tranquilos en las oficinas; sólo parece que una gran parte de los obreros pampinos quieren emigrar, en parte al Perú, en parte a Bolivia.

Aquí en Iquique se inició el trabajo en parte el 26 de diciembre, mientras que las cuadrillas salitreras y los lancheros reanudaron las faenas recién el 30. Las condiciones aquí en el puerto son las mismas que antes de la huelga. No se sabe exactamente si los cabecillas han caído o han sido apresados; también sobre esto se mantendrá el silencio, algunos de los dirigentes principales deben haber caído, entretanto ha vuelto la tranquilidad. Los huelguistas no han conseguido ningún resultado; algunos aumentos de salario si son justos, se les dará a la gente en la pampa, al final; en el puerto de Iquique no habrá en todo caso ningún aumento.

Informe del cónsul Groothof, del 31 de diciembre de 1907, Archivo Histórico de Merseburg, Ministerio de Relaciones Exteriores (Auswärtiges Amt), legajo Nº 14748/49, III 2327.

Fuente:
EL PRUSIANISMO EN LAS FUERZAS ARMADAS CHILENAS.
Patricio Quiroga / Carlos Maldonado
Presentación de Sergio Bitar.
DOCUMENTAS
(Las fotografías de esta publicación no forman parte del documento original reproducido).