Importante convenio de acreditación de estudios fue acordado entre la Universidad de Chile y el Conservatorio de Música Marcelo Avilés González, con sede en la ciudad de Nueva Imperial, en plena región de la Araucanía.
Para formarse una idea del desarrollo cultural de una comunidad (entendiendo el término cultura en su forma tradicional, esto es, la Filosofía, el Arte, la Ciencia) conviene poner la mirada más allá de los incidentes y accidentes que la hacen avanzar o retroceder por un breve período y pensar en este como un proceso. De ese modo, la perspectiva que otorga el paso del tiempo ofrece una visión acertada o que, por lo menos, resulta ser optimista y motivadora. Desde ese sitial vemos la evolución que ha tenido la música docta entre los jóvenes del país en, digamos, la última década. Más de quinientas orquestas conforman el enjambre de jóvenes músicos que han tenido la oportunidad de mejorar sus vidas y las de sus familias con los beneficios que otorga la música docta (en sus aspectos psicológicos, neurológicos, sociales, afectivos, etc.). Varias decenas de miles de niños y jóvenes han mejorado su preparación para enfrentar de mejor forma su futuro laboral y otras tantas han encontrado en la música una profesión que los ha sacado impensadamente de la vida marginal a que condena la pobreza. (¿Cuántos violinistas hay que de no ser por la música hoy serían sacrificados trabajadores temporeros en un packing de frutas? Más de lo esperado, sin duda). Es posible pensar, entonces, que en este aspecto el desarrollo cultural del país ha marchado bien.
Como en todo proceso, sin embargo, se presentan por delante nuevos avances que completar, otros peldaños que abordar en la escala que conduce a un mayor desarrollo cultural.
Uno de ellos es el de la colaboración entre organizaciones privadas y organismos estatales. Dicha colaboración ya existe, pero conviene aumentarla y fortalecerla. Con una alianza entre estos dos tipos de entidades, las estatales y las privadas, cada una compensa las limitaciones de la otra, aliviana sus dificultades. El Estado, por una parte, desde su sillón en la capital, debe habitualmente hacer inmensos esfuerzos para optimizar su capacidad de actuación en la provincia, superar la dificultad para determinar la relación costo y beneficio de los programas que pone en marcha y no siempre cuenta con suficiente información relativa a las necesidades de cada provincia. Los privados, en la contraparte, generalmente representados por músicos o gestores de las artes, rara vez cuentan con recursos económicos suficientes para financiar sus planes de trabajo (desde la impresión de partituras hasta la producción de conciertos) y en muchos casos no tienen experiencia en la administración de sus organizaciones. Estas y otras dificultades impiden finalmente a las organizaciones privadas conseguir su sustentabilidad en el tiempo.
Esta introducción, que indudablemente abre una conversación mucho más amplia, puede servir para contextualizar el gran valor del convenio de acreditación de estudios que por estos días se ha acordado entre la Universidad de Chile y el Conservatorio de Música Marcelo Avilés González, con sede en la ciudad de Nueva Imperial, en plena región de la Araucanía.
En la práctica, este acuerdo significa que quienes estudien en el centro sureño seguirán en las etapas básicas los mismos programas de la Universidad de Chile, serán examinados por profesores de esa universidad y contarán con títulos equivalentes. Además, conociendo la forma en que se trabaja en el país, de seguro el Conservatorio contará con clases magistrales ofrecidas por músicos de la universidad y programas de perfeccionamiento para los docentes que trabajen en la provincia. Y como si se tratara de un reguero de pólvora, desde Nueva Imperial se dará inicio a un proceso de expansión de este beneficio a toda la región de La Araucanía.
El convenio fue firmado por Marcelo Avilés, Director del Conservatorio de Música Marcelo Avilés González y, en nombre de la Universidad de Chile, por el Decano de la Facultad de Artes, el maestro Luis Orlandini y el profesor Héctor Sepúlveda, Director de la Escuela de Etapa Básica de la universidad.
El Conservatorio de Música Marcelo Avilés González, desde ahora la única organización de la región que está acreditada por la Universidad de Chile, entrega enseñanza de violín, viola, violonchelo, contrabajo, piano, guitarra y flauta traversa a más de doscientos alumnos, un considerable número conformado por alumnos locales y aquellos estudiantes que llegan desde Trovolhue, Temuco o Lautaro.
El acuerdo refleja implícitamente otros aspectos que, aunque habitualmente no se mencionan, son de suma importancia. En primer lugar, el Conservatorio ha mostrado la capacidad técnica necesaria para superar las pruebas que la Universidad de Chile de seguro evalúa para dar la certificación. Asimismo, el conservatorio tuvo la capacidad de mostrar a sus alumnos esas capacidades técnicas. En tercer lugar, los directivos del Conservatorio han mostrado una capacidad de integración social, tanto con las organizaciones locales como con el resto de la comunidad. Sin duda, también ha existido capacidad de gestión; esto significa un buen manejo administrativo, financiero y comunicacional, a lo menos.
Finalmente el Conservatorio ha mostrado la capacidad de persistir y mantenerse en el tiempo en una actividad tan elitista como es el cultivo de las artes.Todo esto, aunque no se mencione, es de suma importancia y merece un reconocimiento.
Nueva Imperial cuenta con una población cercana a los cuarenta mil habitantes, fue fundada por Pedro de Valdivia en el año 1551. Allí se libraron grandes batallas, entre las que participó Alonso de Ercilla, autor de «La Araucana».
La práctica del canotaje es el deporte comunal por excelencia y donde jóvenes imperialinos han alcanzado figuración nacional e internacional.
El Guitarrista Marcelo Avilés
Nacido en Santiago de Chile, inició estudios de Guitarra a los nueve años y a los catorce ingresó a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile a estudiar la carrera de Guitarra Clásica. Continuó estudios en el Conservatorio de Música de la Universidad Mayor con el profesor José Antonio Escobar y luego siguió su formación en la Universidad Católica de Temuco con el maestro cubano Carlos Lloró Sosa.
Ha recibido clases magistrales con Luis Orlandini y Sebastián Montes de Chile, y con el laudista Hopkinson Smith de Estados Unidos. A los veinte años realizó sus primeras composiciones para guitarra de seis y diez cuerdas y dos años después grabó su primer disco con obras de Francisco Tarrega Eixea, Isaac Albeniz, Heitor Villa-Lobos y Joaquín Turina. Actualmente se desempeña como docente y como concertista de guitarra clásica y es el rector del Conservatorio de Música Marcelo Avilés. Ha llevado su música a ciudades de Chile y Uruguay.
Rodolfo Silva
CCNH Paine
Mayo de 2019