Fue inaugurada Historia de un cardo: exposición del pintor painino Jorge López Bozo.

Con su mirada pendiente de la naturaleza, los árboles y los flacos perros vagabundos y el recuerdo vivo de sus abuelos en la casa a los pies del cerro Challay en Paine, el pintor Jorge López Bozo nos ofrece una exposición retrospectiva con sus trabajos de los últimos 20 años.

La muestra fue inaugurada el 19 de diciembre y contó con la presencia de Diego Vergara, Alcalde de Paine, Verónica Arana, Directora Ejecutiva del Centro Cultural Miguel Letelier Valdés, Rodolfo Silva, Presidente de la Corporación Cultural Nuevo Horizonte, Sergio Errázuriz, ex alcalde de Paine, vecinos de la comuna y amigos del pintor.

Al finalizar la ceremonia, el músico painino Sergio Reyes improvisó música a partir de dos de las obras más significativas de la muestra.

Veintitrés obras recorren la experiencia creativa de López Bozo, comenzando con retratos y escenas inspiradas en los bodegones holandeses del siglo XVII, que lo ocuparon en sus inicios como pintor. El resto de los trabajos corresponden a la vanguardia en que el maestro has estado  sumergido hasta hoy, reflejada tanto en la temática de las obras como en la materialidad empleada.

Presentación de HISTORIA DE UN CARDO, exposición retrospectiva del pintor Jorge López Bozo

Los primeros días del pasado mes de noviembre el Festival Puerto de Ideas Valparaíso, que aborda los procesos creativos y cómo se gestan las ideas, tuvo entre sus invitados al filósofo alemán Boris Groys, quien ha dedicado parte de sus estudios al arte y su significado. Allí Broys afirmó que la sociedad en su totalidad no está bien informada sobre el arte contemporáneo y que no le interesa. Más aún, afirmó que “la minoría del arte siempre es vista como una minoría de gente loca”. Estoy de acuerdo con esta última afirmación y quisiera explicar por qué se aplica muy bien a la obra de nuestro destacado pintor painino Jorge López Bozo.

En primer lugar, el trabajo de López Bozo se ha enmarcado desde sus inicios en el ámbito de la vanguardia, esto es, aquel arte que trata de cambiar el entorno en que la gente vive, es decir, trata de cambiar sus vidas ordinarias abordando temas tabú y desordenando los parámetros creativos. Como consecuencia, el artista representa posiciones culturales que no son y no pueden ser populares. Es una función importante, porque de otra forma viviríamos en una cultura muy homogénea y aburrida. El artista se transforma así en un ser marginal, cuyos mejores admiradores son como ellos una minoría.

En segundo lugar, tal como lo ha expresado reiteradamente López Bozo, el pintor debe decir la verdad, creando obras que muchas veces contrastan con verdades artificiales o fijan la atención en verdades que incomodan a la mayoría.

Por otra parte, el artista ve lo que otros no ven, su mirada es distinta a la de la mayoría. Desde hace mucho tiempo la filosofía ha identificado al arte como una distinta forma de conocimiento, con su propio método. Así como existe el conocimiento científico, con su método científico, existe el conocimiento que otorga el arte, con su método que es la contemplación. Heidegger, dentro de los filósofos contemporáneos, afirma que las palabras no son suficientes, que las palabras nos limitan en la búsqueda de explicaciones acerca del sentido de la vida, una vida finita, y que el arte es la vía para encontrar el fondo de lo que no tiene fondo.

Finalmente, Jorge López Bozo recurre a lo que el dramaturgo Benjamín Galemiri llama la “caverna cultural”, esto es  aquel lugar dentro de nosotros donde se guardan los recuerdos de la infancia, que es una verdadera cantera donde habitan todos los personajes que pueden recrearse en una pintura, donde vive la madre, los tíos, los amigos y los otros yos que construyeron lo que uno es hoy.

Jorge Lopez se atreve y abandona la cotidianeidad  en que nos refugiamos, se enfrenta a lo desconocido y hace las preguntas usando esa forma de conocimiento que es el arte. Hace para ello alianza con la naturaleza, con el barro, con el cardo, con el perro huesudo, con la acacia roída por los años. Aferrado a ellos, con el alma sola, recorre en su mente o en su corazón (no lo sabemos) el campo, los parajes solitarios. Camina kilómetros buscando a la orilla del camino el cardo que como icono legendario completará el cuadro que busca perpetuar a la madre amada, la mujer cuya partida le desgarra su ser.
Rodolfo Silva, CCNH Paine