“Lear Rey & Mendigo”, la traducción de “Rey Lear” de William Shakespeare elaborada por el (anti)poeta chileno Nicanor Parra, sintetiza la totalidad de su propuesta antipoética.
El reciente fallecimiento de Nicanor Parra ha causado casi tanto revuelo como su paso por este mundo. Como es de esperarse, la prensa ha recordado distintas facetas de su vida, como la política, predominando en ese recuento la anécdota picaresca, el verso vulgar, la excentricidad, la capacidad de decir lo que pocos se atreven a decir. Me pregunto quién recordará en cincuenta años más a este Parra, el último de la generación más fructífera de una familia de artistas, qué será aquello por lo que su nombre seguirá repitiéndose.
¿Cómo mostrar el valor de la antipoesía de Parra a quien no es especialista o a quien no tiene experiencia leyendo poesía ni antipoesía?
Recurrimos a la tesis doctoral «Antipoesia em Lear Rey & Mendigo de Nicanor Parra», de Antonia Javiera Cabrera, profesora e investigadora en la Universidad Federal de Santa Catalina, Brasil. ¿Qué nos dice la profesora en su trabajo?
En la historiografía literaria, Nicanor Parra es reconocido por ser uno de los poetas irónicos de la literatura chilena, creador, en la contemporaneidad, de una nueva escritura para la poesía y todo discurso: la antipoesía.
En efecto, Parra se hizo notar en el contexto cultural latinoamericano con los antipoemas, publicados en diversas antologías a partir de 1948.
“Lear Rey & Mendigo” es la traducción de “Rey Lear” de William Shakespeare, emprendida por Parra en 1991 a pedido de Raúl Osorio, entonces profesor de la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y puesta en escena en 1992 como “El Rey Lear”. Allí Parra sintetiza la totalidad de la propuesta antipoética y simultáneamente levanta una suerte de teoría general del sistema antipoético creado por él.
Raúl Osorio, Director y Profesor de Teatro comenta un episodio de su trabajo con Nicanor Parra. (Abril de 2017)
Parra emprendió la tarea con una variada documentación, mayormente obtenida en un viaje de tres meses a Nueva York. En el Public Theater, accedió a los cuartos, folios, lexicon, concordances, Arte Métrica de Shakespeare, entre otras obras. Trabajó con dos versiones del texto original y una en inglés moderno, varias traducciones en español y estudios críticos de la obra, un glosario de Shakespeare en inglés y un concordance (diccionario que contiene cada palabra, simbología y uso del idioma que hace Shakespeare en cada una de sus obras conocidas hasta ahora). Estudió también la Concise Cambridge History of English Literature.
Chris Fassnidge, reconocido especialista en Shakespeare dice: “ […]creo saber a cabalidad que Parra es quizás el único de los grandes poetas vivos que puede darnos una versión, no sólo en español, sino que en chileno, de manera que la obra adquiera un sentido especial para un público contemporáneo, en Chile. Su gran ventaja es la de ser un poeta y acercarse así de manera distinta que si fuese sólo un académico traduciendo la obra. A través de su intelecto, Parra puede unir los mundos de la ciencia y las humanidades; pero, insisto, es su espíritu poético, con su dosis de dolor y alegría, profunda seriedad y completa irreverencia, el que le permite a este educado y penetrante académico lograr comprender instintivamente la sabiduría popular, sus expresiones, dichos, chistes y verdades que, estoy seguro, Shakespeare habría avalado completamente.”
Ya en “Hojas de Parra” había traducido el monólogo de Hamlet, época en que:
“[…] pensaba, como novato, que todas las traducciones eran malas. Pero ahora me doy cuenta de que ¡otra cosa es con guitarra! Y que no podría avanzar ni una jota sin las ocho traducciones [en español] que tengo aquí a mano. Mire, lo que más cuesta en Shakespeare es el vocabulario, tiene una sintaxis en-de-mo-nia-da. Uno conoce cada palabra, pero… ¡Vamos viendo! A veces no se entiende nada en absoluto, aunque exista el contexto”, decía Parra en una entrevista concedida a El Mercurio.
Como Shakespeare, Parra ensaya inusitadas combinaciones métricas, quiebra el ritmo, introduce palabras de grueso calibre; en fin, busca una forma que permita conciliar lo alto y lo bajo, lo solemne y lo vulgar, conforme se advierte en uno de sus artefactos: “Para traducir a Shakespeare /y comer pescado /cuidado: /poco se gana con saber inglés”//.
Fassnidge afirma que “desde el primer encuentro que tuve con Nicanor Parra, comprendí que su versión de Lear tendría un carácter único dentro del conjunto de las traducciones que se han hecho al idioma español”.
Las traducciones existentes en español pecan, en la visión de Parra, por la censura al habla común, podándolo de todo lo que pudiera aparecer como conflictivo para el buen gusto académico y de las clases dirigentes, omitiendo las palabras y situaciones de grueso calibre que se dan de frentón en Shakespeare, al igual que en Cervantes (como los chistes colorados del Bufón en la versión de Astrana Marín).
Cuando Nicanor Parra expresa, en sus artefactos, que “No hay que dejarse llevar por el discurso cuico”, quiere evidenciar el esteticismo que oculta y enmascara los juegos de poder. La antipoesía, pues, populariza esos juegos chilenizando el discurso, en este caso de Shakespeare.
Por eso, utiliza los diversos modos para hacer comunicar el nuevo orden simbólico a la comunidad: “Buenas noches los pastores”, “apaga incendios con parafina”, “me dijo que veía todo patas arriba”, “en la carreta los bueyes y el carretero tirando”, “¿Cómo que porqué?”, “Hola Tata”, “Tome nota maestro”, “Déjese de cosas señor”, “Al primer canto del gallo”, “No se vaya a desmayar”, “Él no se da jamás por aludido”, “Premiaremos a quien le dé el bajo”, “Es la pura y santa verdad”, “Un poquitito de sentido común”, “Esto es el colmo de los colmos”, “Déjate de visajes epilépticos ganso”, “Gracias señor eso sería todo”, “No reacciona a los cachuchazos”, “Parecieran gustarte los coscachos”, “Quien te quiere te aporrea”, “La necesidad tiene cara de hereje”, “Aquí hay gato encerrado”, “libres de polvo y paja”, “donde mis ojos te vean”, etcétera.
Parra busca hacer hablar a Shakespeare no sólo en la lengua española, sino también en un código chileno eminentemente popular y al mismo tiempo tradicional y contemporáneo, rural y urbano; y no sólo bajo su código verbal sino que además se sirve de la psicología, la filosofía chilena, o mejor dicho, hispanoamericana. Eso no quiere decir desvío, pero sí una búsqueda por lo vital.
Rodolfo Silva
Paine, enero de 2017